«Empezábamos tan tarde con la rotativa que había veces que te quedabas dormido»
Fernando Sota, extrabajador de talleres
La vida le impidió oír. Le puso el listón alto, pero todas las pruebas las superó este prejanero. Y con nota. Sus padres le mandaron ... al Hogar Provincial de Logroño a aprender el oficio de impresor pero fue un paso más allá. Fernando Sota aprendió a leer y escribir, lo que no deja de ser un desafío mayúsculo dadas las circunstancias.
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Miguel Martínez-Zaporta, director de Diario LA RIOJA en 1968, le llamó para trabajar en las linotipias; José María Lope Toledo le subió de categoría; con Paco Martín Losa pasó a la rotativa y con José María Esteban le llegó la jubilación dado que la máquina mágica desapareció de Logroño en 1999. Así, poniendo el triple de trabajo para hacerse sitio, este extrabajador de la casa recuerda «grandes compañeros como Aníbal Zúñiga, su sobrino José Luis, Felipe, Ángel Fernández, José Antonio Fernández y su hermano Chus Mari y también Blas Terroba», este último como representante sindical y, «a base de mucha paciencia, me iba contando las cosas laborales, los convenios, cómo nos afectaban las cosas, en fin, tuvo mucho mérito conmigo».
«Éramos una familia», evoca mientras se le ilumina la cara. Pero no todo era felicidad. «Una de las cosas peores que tenía el trabajo en las linotipias era el plomo, los vapores. Nos decían que teníamos que beber mucha leche para desintoxicarnos. Había que tener cuidado también al tirar los deshechos», relata. «¡Y los horarios! Empezábamos tan tarde que había algún día que te dormías. Una vez vinieron a casa a llamarme y claro, a mí se me encienden y apagan las luces del piso, igual que cuando me llaman por teléfono. Imagínate, corriendo y nervioso el resto de la noche», recuerda.
Papel y móvil
Las nuevas tecnologías le frenaron. «Probé con los ordenadores, claro, pero no me enteraba de las señales de aviso, quizá ahora hay otro software especial, y por eso fui a la rotativa hasta su desmantelamiento». «La máquina ya no daba más de sí y al parecer era muy ruidosa, –bromea– los vecinos se quejaban y la Policía iba muchas noches», señala. Fernando Sota recuerda el olor del papel y la tinta y la sensación de bajar por las mañanas al buzón y coger el periódico. «Entiendo que las nuevas tecnologías imprimen una tensión nueva a la profesión. Todo está en el móvil. Me encanta el tacto del papel, pero nosotros no podríamos pasarnos sin las videollamadas», contrapone.
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Ahora, a sus 79 años, disfruta de un retiro feliz en compañía de su mujer, hijos y sus cuatro nietos, que crecen sin parar, para lo que hace un gesto con los brazos fácil de entender. También disfruta de los deportes. Sigue el paso de España por el Europeo y también goza con los partidos de pelota, especialmente con los riojanos. Y cómo no, se mantiene conectado al canal 24 horas, que es para el colectivo una brújula magnífica para conectarse al mundo.
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Agradecimiento especial para Jerusalén Rodríguez, intérprete del lenguaje de signos de la Asociación De Personas Sordas De La Rioja.
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