Eduardo Fonseca, este martes en la UR. Sonia Tercero

Eduardo Fonseca

Catedrático de Psicología en la Universidad de La Rioja
«La juventud actual es una generación resiliente y que necesita ser escuchada»

El investigador se congratula de que se haya empezado a hablar de la salud mental entre los adolescentes «sin estigmas ni tabúes»

Iñaki García

Logroño

Martes, 7 de octubre 2025, 20:03

Eduardo Fonseca es catedrático de Psicología de la Universidad de La Rioja, además de vicerrector de Política Científica del centro público de enseñanza e ... investigador principal del Grupo Prisma, el Programa Riojano de Investigación en Salud Mental. Todos esos méritos le llevaron a ser este martes uno de los ponentes del ciclo 'Bienestar digital y menores', una propuesta impulsada por 'The Conversation' y que abordó la relación entre el uso de tecnologías e internet y la salud mental infantil y juvenil.

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– Los datos no resultan muy halagüeños, ya que el número de jóvenes hospitalizados por trastornos psiquiátricos va en aumento. ¿A qué se debe esta tendencia?

– Lo primero que hay que hacer es arrojar una visión positiva y optimista de los jóvenes. Hay que entender la adolescencia como una época en la que hay ciertos riesgos, pero también muchas potencialidades y yo me atrevería a decir que se trata de una generación resiliente y que necesita ser escuchada. Aparte de eso, en la actualidad se han juntado varios aspectos relacionados con la salud mental, como el covid o el impacto de las redes sociales, entre otros, que han influido en este ámbito, pero para mí lo más positivo es que se haya empezado a hablar de los trastornos mentales alejados de los estigmas y los tabúes. Antes se hablaba entre bambalinas y con miedos y este cambio de tendencia es una de las primeras líneas de prevención de estos problemas.

– Pero sigue habiendo adolescentes a los que les cuesta dar el paso de hablar de lo que les está pasando.

– Sí. A estos jóvenes les ayuda mucho que deportistas y gente conocida hablen de sus dificultades. Tiene que haber un espacio para hablar del bienestar, pero se deben encontrar huecos para expresar el malestar, ya que es normal no estar continuamente feliz. Tiene que haber hueco para hablar del sufrimiento y las personas que dan ese paso al frente y lo expresan abren la puerta a que otros se unan. Es el primer paso para romper el estigma y también para pedir ayuda, si es necesario.

– ¿Cuál es papel que juegan las redes sociales entre la juventud? ¿Tienen más aportaciones positivas o negativas?

– Todo es positivamente negativo o negativamente positivo. Eso quiere decir que todo tiene cosas buenas y malas. Los 'smartphones' o las redes sociales no son malas en sí mismas; el problema está en el uso que se hace de esas herramientas y de la motivación que lleva hacia ese uso. Nuestros hijos pueden servirse de ellas para ver vídeos en inglés y mejorar el idioma, pero también como una vía de escape y para evitar la realidad. Esta última es la que se puede asociar con una utilización problemática.

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Soledad

«Hay jóvenes que conectan con otros en las redes y que se sienten muy solos en el mundo real»

– ¿Las nuevas tecnologías están haciendo que se pierda la socialización, el cara a cara, entre los jóvenes?

– Ciertos estudios concluyen que en algunos países el uso de las redes sociales ha hecho que disminuya el contacto social o que se presente de una manera menos intensa y de menos calidad. Curiosamente estas redes se generaron para socializar, pero la realidad es que estamos conectados con otros, pero estamos solos en el mundo real. Es lo que algunos llaman muchedumbre solitaria: hay jóvenes que están conectados con otros, pero solos al mismo tiempo. No deja de ser curioso que haya personas que, al conectarse, eleven mucho más ese sentimiento de soledad.

– ¿Se le puede dar la vuelta y utilizar las redes sociales de un modo positivo?

– Sí. Tiene que haber una serie de pautas generales del buen uso de las tecnologías de la información y, más en concreto, de los 'smartphones' y las redes sociales. Todo pasa por una formación tanto a la sociedad en general como a las familias y a los propios adolescentes. Aparte, un bueno uso de ellas involucra, por ejemplo, unos periodos de tiempo en los que se pueden usar o no. Una directriz al respecto suele ser que no deben utilizarse una hora antes de irse a la cama. También resulta esencial enseñar estrategias y herramientas para conocer el porqué de los usos y los abusos de esas tecnologías y cómo enfrentarse a ellas con un pensamiento crítico. Por último, hay que fomentar los hábitos de vida saludables y eso incluye recuperar el contacto entre las personas. No dejamos de ser seres sociales y emocionales y está demostrado que el contacto tiene beneficios amplios desde el punto de vista psicológico y mental.

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La importancia de expresarse

«Tiene que haber espacios para hablar de bienestar, pero también de malestar»

– ¿Hay algún signo o síntoma inequívoco de que existe una dependencia de esas nuevas tecnologías?

– Cada caso es distinto, aunque sí podemos hablar de una serie de comportamientos que nos pueden poner en alerta, como por ejemplo que el joven pase muchas horas con las redes sociales. Aun así, no importa tanto el tiempo como el contenido que se visualiza durante ese periodo, y cómo le afecta el uso en su rendimiento diario. Es decir, si le influye a la hora de dormir, en sus relaciones con amigos y familia o en sus emociones. Otro signo de alerta es que nos mientan al preguntar cuánto tiempo consumen las redes sociales y también hay que tener en cuenta la percepción del propio adolescente sobre si es capaz de gestionar o no ese uso. En definitiva, habría que ver su comportamiento presente en relación con el pasado y comprobar cómo han impactado esas herramientas en su manera de actuar.

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