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Filosofía de balcón

Pío García

Logroño

Sábado, 21 de marzo 2020, 10:00

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En mi casa usábamos poco los balcones. Hay una terracita angosta, en la que apenas se cabe de perfil, que utilizamos para dejar los escobones ... y la caldera. Hay otra, un poquito más grande, en la que estos días de confinamiento nos da por tomar el vermú. Ponemos tres sillitas desplegables y nos servimos unas aceitunas con unas cocacolas. Si el día está rumboso, cae incluso una cervecita. Hace frío todavía y no pega el sol ni de refilón, así que andamos con la pelliza puesta y un tanto incómodos, pero hay en ese vermú al aire libre un esfuerzo de normalidad e incluso un toque frívolo que nos reconforta. Siempre se necesita un poco de dolce vita en medio de la tragedia. Asomados al balcón, constatamos que las cosas siguen en su sitio, esperándonos: el patio del colegio, el parque, el León Dormido, las calles silenciosas, los columpios precintados, las huertas, el aire limpio de la primavera.

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