Logroño adapta sus calles: menos espacio para los coches y más para los peatones
Las terrazas de los bares podrán ocupar espacios de aparcamiento, aunque el Ayuntamiento estudiará caso a caso | La velocidad máxima en toda la ciudad se reduce a 30 por hora | Sagasta, Belchite, Gonzalo de Berceo y República Argentina serán las primeras
Logroño se adaptará a la «desescalada». Y lo hará desde ya, con cambios en decenas de calles que van todas en la misma dirección: más espacio para el peatón, el ciclista y algunas terrazas de bares, y menos para el coche.
Se trata, como explicaba este martes el alcalde, Pablo Hermoso de Mendoza, de «ganar espacio público y facilitar el distanciamiento, y también la viabilidad de las terrazas». La idea es cambiar el modelo de circulación de la ciudad de forma transitoria, siempre durante el periodo de desescalada, y de intervenir en «el mayor número de calles posible».
Éstas son algunas de las medidas que se tomarán «de inmediato y durante los próximos meses»:
- Reducción general de la velocidad del tráfico en Logroño a 30 kilómetros por hora. Se trata de pacificar el tráfico, evitar atropellos y adaptar la velocidad a que en muchas calles el espacio para la circulación será menor.
- Ampliación del espacio para peatones a costa de la calzada en todas las calles en las que las aceras midan menos de tres metros. Esa ampliación se hará dependiendo de la situación de cada calle, y atendiendo a su tráfico y a la existencia de puntos de atracción como centros de salud, colegios, supermercados... En algunas el aparcamiento se resituará más hacia el centro de la calle, ocupando parte de los carriles de circulación. En otras directamente se eliminará aunque, según el concejal Jaime Caballero, «queremos eliminar la menor cantidad posible de plazas de aparcamiento que podamos». Las primeras calles intervenidas serán, de forma inmediata, Gonzalo de Berceo, Belchite y República Argentina.
- Ampliación del espacio para peatones a costa de la calzada en algunas calles con las aceras más anchas, de hasta 4 metros, cuando su intensidad de tráfico así lo aconseje.
- Peatonalización total de algunas calles. Aún no se ha concretado cuáles.
- Conversión de otras vías en «calles de prioridad del tráfico peatonal». Se trata de calles en las que los coches y los peatones comparten el espacio, aunque la prioridad será siempre de estos últimos. Un ejemplo ya en funcionamiento es Once de Junio. Sagasta será la primera calles en convertirse en vía de prioridad peatonal.
- Las terrazas podrán ocupar parte del espacio que liberen los aparcamientos que se eliminen o muevan en sus calles. Se trata de facilitar esta actividad económica, pero a la vez de posibilitar el necesario distanciamiento de los clientes. La decisión se tomará, según explicaba el concejal Rubén Antoñanzas, «caso a caso» y valorando la situación en cada calle, siempre que esté garantizada la movilidad.
- Creación de itinerarios seguros para ciclistas. Además de otros itinerarios ya definidos, se valorará que en calles de dos carriles por sentido el de la derecha se convierta en ciclocarril.
De inmediato, pero transitorias
El Ayuntamiento prevé empezar a trabajar «de inmediato» para que el proceso de transformación sea muy rápido. Aún así, recordaba Caballero, hay muchas calles donde intervenir. Así, se prevé ampliar el espacio en todas las vías de menos de tres metros de acera, pero sólo contando las que tienen menos de 2,5 metros ya hay 106 calles en Logroño.
Todos estos cambios son en principio «transitorios», hasta que finalice el proceso de desescalada, por lo que se acometerán con medidas no permanentes: colocación de mobiliario urbano, señalizaciones horizontales y verticales, balizamiento...
La principal prioridad ahora mismo, según la concejala Amaya Castro, es «rediseñar la movilidad para adaptar el espacio público para que se puedan cumplir las medidas de seguridad» y de distanciamiento.
Las medidas son temporales, pero el Ayuntamiento no oculta que van en la dirección que siempre han considerado como deseable para el futuro de la ciudad. Y es que, recordaba el propio Caballero, «el coche ocupa el 80% del espacio público, cuando sólo lo utiliza para su movilidad el 25% de los ciudadanos. El otro 75% va caminando». Y el alcalde apostillaba. «Muchas veces la ciudad ha sido vista más sólo el punto de vista de la fluidez del tráfico rodado».
Y esa fluidez es, precisamente, la sacrificada por estas medidas.