Las aguas residuales certifican una presencia estable del COVID y varios picos posfestivos

Logroño acumula ya ocho semanas de equilibrio tras el repunte de San Bernabé y Calahorra afronta sus fiestas en claro descenso

Sábado, 27 de agosto 2022, 02:00

Parece que se ha ido pero permanece entre nosotros y, además, trata de no perderse ninguno de los actos festivos y sociales de un ... verano de absoluta normalidad y donde las mascarillas han desaparecido de las caras de los riojanos, con ya muy poco miedo al COVID-19 y al SARS-CoV-2, el otrora temible virus, que mantiene la huella de su presencia en las aguas residuales de la región.

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Tras el descomunal tsunami de contagios de la sexta ola a finales del pasado año, los cambios de estrategias –test de autodiagnóstico, reducción del número de pruebas a cargo de los sanitarios, modificación en las bajas y cuarentenas, fin de la vigilancia universal para fijar solo los indicadores de los colectivos vulnerables...– la radiografía de la pandemia ha dejado de ser un retrato nítido de la realidad. Los indicadores claves en las primeras olas de la crisis sanitaria, caso de la incidencia acumulada, han cedido su papel protagonista. Su evolución es, no obstante muy positiva, de los 1.379,78 casos por 100.000 habitantes mayores de 60 años a inicios de mayo, ha pasado en la actualidad en 216,33, después de alcanzar su techo a mediados de julio, 2.408,73 el día 12.

IA-14 MAYORES DE 60 AÑOS

  • 2.408,73 casos por 100.000 habitantes ha sido el pico de la incidencia acumulada a 14 días en esta ola, el 12 de julio pasado.

  • 216,33 es la tasa actual, según el parte ministerial de ayer.

Caen los positivos, se reducen los datos estadísticos más dramáticos –fallecimientos, hospitalizaciones e ingresos en UCI–, pero el bicho sigue ahí.

Desde 2020 se recogen muestras semanales en 38 estaciones depuradoras de aguas residuales del país

ANÁLISIS CONTINUO

El muestreo semanal permite testar las aguas de 224.000 riojanos, el 70% de la población regional

VIGILANCIA EN LA RIOJA

Así lo acreditan, al menos, los informes semanales del proyecto VATar COVID-19, puesto en marcha por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a principios de julio de 2020, y en el que participan 38 estaciones depuradoras de aguas residuales, entre ellas la de Logroño, donde se recogió la primera muestra en la semana del 19 al 25 de julio de aquel año; y la de Calahorra, integrada en el proyecto desde la semana del 10 al 16 de enero de 2021, ambas gestionadas por el Consorcio de Aguas y Residuos de La Rioja. El muestreo semanal en ambas instalaciones permite testar las aguas residuales de unos 224.000 habitantes reales, el 70% de la población de la comunidad.

La investigación, que desde su inicio tiene por objetivo utilizar los datos como un sistema de alerta temprana, ya que las personas infectadas excretan el material genético del virus antes incluso de presentar síntomas y ser diagnosticadas, y conocer la evolución de la incidencia de la enfermedad, sigue activa y el Ministerio para la Transición Ecológica y el reto Demográfico hace público cada semana el detalle de la situación por estaciones depuradoras.

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Realidades distintas

En el caso de la de la capital riojana, que procesa las aguas sucias de casi 234 habitantes equivalentes de Logroño, Albelda, Alberite, Lardero, Nalda, Viguera y Villamediana de Iregua, el diagnóstico acumula ocho semanas consecutivas con el mensaje de estable, el mismo indicador presente en las ocho semanas transcurridas entre el 1 de mayo y el 18 de junio, cuando la evolución se vio rota justo una semana después de las fiestas de San Bernabé de la capital riojana. La alerta llegó en el parte de la semana del 19 al 25 de junio, el único informe con un aumento en la presencia de restos del virus en las aguas residuales de Logroño y su entorno en los últimos cuatro meses.

Muchas más variaciones han registrado los rastreos en la estación depuradora de aguas residuales de Calahorra, que trata los vertidos de la capital riojabajeña y los de las poblaciones de la cuenca baja del Cidacos, Arnedo, Quel y Autol. Mayo arrancó bien, con descensos entre los días 1 y 14, pero un preocupante aumento significativo en la semana del 15 al 21 –más movilidad por las fiestas de la Primavera de Alfaro, Aldeanueva y San Isidro, entre otras citas–. Junio alternó lecturas contrapuestas hasta acumular dos descensos consecutivos a finales de mes, una tendencia que volvió a fracturarse a principios de julio, unas fechas después de la celebración del festival Holika que llevó a Calahorra a más de 50.000 visitantes. A partir de ahí, tras un periodo de estabilidad, la estadística de la estación calagurritana cerró la semana pasada con el primer descenso significativo en meses, una buena noticia que llega casi a la par que el estallido de un cohete festivo, cuyas consecuencias tras vez se aprecien en un futuro próximo.

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