Carolina Medina, en la sede de Logroño de Médicos del Mundo, donde trabaja actualmente. Sonia Tercero

Carolina Medina

Psicóloga

«Hay que dar seguridad a las víctimas que han recibido un puñetazo a la autoestima»

La experta cree que toda la sociedad, «hombres y mujeres», puede poner su granito de arena ante situaciones de maltrato: «Hay que echar una mano y no mirar hacia otro lado»

Iñaki García

Logroño

Martes, 25 de noviembre 2025, 07:25

Ansiedad, depresión, fobias, trastornos del sueño o de la alimentación, sensación de asco, de miedo o de culpa, ataques de pánico, conductas suicidas... Estas son ... solo algunas manifestaciones que la violencia emocional provoca en las mujeres. «Es un puñetazo en su autoestima; apaga su luz y les invalida en silencio», resume Carolina Medina, psicóloga que lleva más de una década trabajando con víctimas de violencia de género. Ahora lo hace a través de Médicos del Mundo con mujeres en contexto de prostitución.

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El maltrato psicológico resulta tan doloroso, o más, que el físico pero no es sencillo de detectar. «Muchas mujeres no lo perciben como tal porque no comienza con amenazas de muerte, sino que va creciendo poco a poco y se mantiene en el tiempo», expone Medina. «Los mensajes suelen ser muy subliminales al principio», detalla antes de poner un ejemplo. «En el contexto de una pareja, probablemente no te diga que no puedes salir, pero si cada vez que lo haces se genera una discusión o se pone nervioso cuando quedas con alguien, todo en nombre del amor, ahí hay un problema», incide.

La violencia psicológica

«Es un tipo de violencia que apaga la luz de las mujeres que la sufren; les invalida en silencio»

Son situaciones o mensajes que a las propias víctimas les cuesta reconocer, al igual que le sucede a su entorno. «No se suele percibir de puertas para fuera, pero hemos de tener una cosa clara: una pareja que te protege no ha de estar ni por encima ni por debajo de ti, sino en igualdad», recalca Medina, quien define la violencia de género como «cualquier contexto en el que una mujer, por el simple hecho de serlo, pueda sentirse en peligro».

Y es en ese escenario donde aparece, por ejemplo, la ansiedad. «Las víctimas de violencia de género muestran elevados niveles de ansiedad mantenida en el tiempo», advierte la psicóloga. «Y la ansiedad crónica lleva a estados de desesperanza, de tristeza absoluta y de depresión que pueden convertirse en autolesiones y conductas suicidas», añade. Ante este panorama, Medina lanza una pregunta: «Cuando decimos que una mujer se ha suicidado, ¿realmente se ha suicidado o la han matado haciendo que se asesine ella misma?». Cuestión a la que responde con rotundidad: «Para mí es una mujer asesinada, aunque no esté en los números».

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También se pueden generar ataques de pánico y otros trastornos ante los que las mujeres reaccionan, habitualmente, de dos modos. Uno es el síndrome de adaptación a la violencia. «Mujeres que se han adaptado y que no se dan cuenta de que están siendo violentadas», apostilla Medina. Otra es la disociación. «Sus sensaciones van por un lado, sus pensamientos por otro, tienen pérdidas de memoria y bloquean aquellos recuerdos que les causan dolor...», enumera para después explicar que en contextos de prostitución esa disociación resulta muy evidente. «Para mí, la prostitución es la manifestación más brutal de la violencia de género», valora.

Los objetivos

«Buscamos activar su resiliencia, se empoderen y sean su versión mejorada. Que vuelvan a brillar con luz propia»

Ante esto, ¿qué se puede hacer? «Muchas cosas», sintetiza la psicóloga. «Una de las principales es no abandonar a esas mujeres», añade, antes de explicar en qué ha de concretarse ese acompañamiento. «Si hay muchos vaivenes en su estado de ánimo, si cada vez está más retraída o si queda menos, no hay que dejar de llamarla», apunta. A partir de ahí, resulta necesario transmitirle confianza. «Hay que validarla, eso es vital, y no hacerla sentir culpable», recalca Medina. «La sociedad, por desgracia, tiende a culpabilizar y es habitual oír frases como la de 'Si está con él es porque quiere'; a eso hay que responder que no es verdad, que si sigue con él es porque no puede salir», advierte.

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Por lo tanto, «hay que echar una mano y no mirar hacia otro lado». Eso es fundamental para Medina. «Cuando una mujer no habla, cuando no conocemos a la pareja, cuando mi amiga de 20 años deja de salir o no se viste como antes... Son señales de alarma», considera para después exponer lo que los hombres pueden hacer en estos casos. «Que no les haga gracia que el amigo de turno le falte al respeto a la pareja o que condenen que un amigo se vaya de clubes. Esas son conductas necesarias», incide, para rematar con una frase: «Toda la sociedad, tanto las mujeres como los hombres, tenemos mucho que hacer».

No culpabilizar

«Es habitual oír frases como 'Si está con él es porque quiere'; no es verdad, si sigue con él es porque no puede salir»

Medina también admite que las secuelas que deja este tipo de violencia (estrés postraumático, por ejemplo) son complicadas de eliminar. Para hacerlo, tanto ella como sus compañeras se apoyan en la paciencia. «Nos adaptamos a sus tiempos y a sus silencios y trabajamos con ellas desde la empatía, acompañándolas en su proceso de empoderamiento», apunta la psicóloga. «Intentamos darles confianza en sí mismas y, sobre todo, buscamos activar su resiliencia y que se empoderen para ser su versión mejorada y vuelvan a brillar con luz propia», finaliza.

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