

Las aldeas 'apagadas' de La Rioja
En pleno siglo XXI aún existen localidades que no están enganchadas a la Red Eléctrica Española y donde la escasa población vive gracias a la energía solar y eólica
Zabárrula, Matálturra, Amunartia, Ulizarna… son algunas de las desaparecidas aldeas de las doce que llegó a tener Ojacastro. Actualmente solo Arviza cuenta con población permanente, la familia de ganaderos Cámara. Y no cuenta con energía de la Red Eléctrica Española. Arviza es uno de los pueblos riojanos a los que todavía no ha llegado el suministro eléctrico y sus vecinos se abastecen de energía solar y eólica. Sucede igual en Zenzano, Turza, Carbonera, Ambas Aguas, San Vicente de Munilla, La Escurquilla, Santa Cecilia u Oliván, a las que la mayoría no sabrá situar en el mapa.
Hasta hace apenas tres años la lista se alargaba con las aldeas del Camero Viejo y el valle del Jubera, Treguajantes, San Martín, Santa Marina, Larriba, Luezas y El Collado, donde se han puesto en marcha comunidades energéticas mediante paneles solares gracias a la colaboración entre el Gobierno de La Rioja y los ayuntamientos de los que dependen. El proyecto, iniciado en la anterior legislatura, incluía Turza, Zenzano, Carbonera, Ambas Aguas y San Vicente de Munilla, aunque hay alguna otra sin electricidad y al borde del abandono.
El Ayuntamiento de Muro Aguas, de la que depende Ambas Aguas, firmó el convenio en 2023 pero aún no ha licitado la obra. En el último año han visto la luz Luezas y El Collado. Todas estas localidades tienen en común haber sufrido la despoblación, en parte por la incomodidad que suponía no disponer de electricidad en las viviendas en plena industrialización, en la segunda mitad del siglo XX. Así se deshabitaron pueblos como Anguta, Oteruelo, Avellaneda, Santa María, Ribalmaguillo, Villanueva de San Prudencio, Valtrujal, Reinares... La mayoría están en lugares recónditos, a veces de difícil acceso, al fondo de valles o inmersos en barrancos.
En los que aguantan en pie y vivos, como Arviza, parece que el tiempo se detuvo décadas atrás, salvo por el camino recién asfaltado, como si fuera a pasar la Vuelta Ciclista. Si tomásemos una fotografía en blanco y negro solo el anacronismo de los paneles solares en un tejado revelaría que no estamos en el siglo XIX. Al alcanzar sus primeras casas, en el barranco Batastarra, un rebaño de cabras alpinas ocupa la travesía escoltado por perros y gallinas. En los alrededores se ven vacas que observan como expectantes a que algo suceda, pero nada ocurre. Ni siquiera cuando se produjo el apagón en toda la península ibérica. Porque allí, como en Zenzano, Turza o Carbonera, ni se enteraron. Allí no llega la electricidad. Son las aldeas 'apagadas' de La Rioja.
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