Alcohol: ¿mucho y pocas veces o poco y a menudo?
La BBC pone a dos hermanos a beber alcohol según dos patrones. ¿La conclusión? Cuanto menos...
PABLO ÁLVAREZ
Domingo, 3 de enero 2016, 23:37
¿Cómo de malo es beber alcohol? O, dicho de otro modo, ¿hay una manera mas «saludable» de beber alcohol que otra? ¿Es peor para la salud beber en dosis pequeñas a diario, o seguir el patrón del 'bebedor de fin de semana', abstemio seis días y borracho el séptimo?
La respuesta a esa pregunta podría ser sencilla: ninguna de los dos opciones es buena. De nuevo dicho de otro modo, cuanto menos, mejor.
Para probarlo, el portal de salud de la BBC realizó un curioso experimento: puso a beber a dos gemelos. Eran Christopher y Alexander van Tulleken, dos médicos ingleses bastante mediáticos en su país. Tras pasar un mes de abstinencia sin gota de alcohol para «limpiar» sus organismos, ambos comenzaron a beber con patrones muy distintos. A Chris le tocó beber el equivalente a dos unidades de alcohol (dos copas de vino) cada noche. Mientras, Alexander debía pasar seis días de la semana totalmente abstemio, pero el sábado por la noche le esperaban nada menos que 21 unidades de alcohol. Eligió vodka, por cierto, lo que le hacía beber algo más de media botella en cada «sesión».
Para los dos era bastante más alcohol del que solían consumir habitualmente. Pero enseguida las conclusiones fueron sorprendentes... y un tanto aterradoras.
Por ejemplo, los análisis que se le hacían a Alexander tras cada borrachera arrojaban que en su organismo había más alcohol del que habitualmente se considera que puede llegar a causar la muerte por intoxicación etílica. Incluso cuando esos análisis se hacían unas horas más tarde de que se fuera a dormir tras la «juerga». De la que no recordaba nada la mañana posterior, por cierto.
Mientras tanto, Chris llevaba con rigor su dosis diaria de dos unidades de alcohol. Se eligió esa dosis para no llegar a las recomendación de la OMS: no sobrepasar las 3 o 4 por día.
Curiosamente, Chris empezó a notar dos efectos. El primero, que su trabajo «se resentía». «Creo que no me sentía muy diferente, pero definitivamente estaba rindiendo menos, y eso me sorprendió».
El segundo efecto fue aún más curioso: le empezó a costar mantenerse en la dosis prescrita. Según pasaban las noches, le apetecía más beber una tercera copa. «Era ese momento en que empezabas a sentirte contento y querías más», explicaba. Curiosamente, algo similar le pasaba a su hermano, que a pesar de las consecuencias del día después, esperaba con una cierta impaciencia la borrachera «prescrita».
El veredicto llegó con los análisis tras el mes de alcohol: básicamente, los hígados de los dos hermanos habían sufrido un deterioro prácticamente idéntico. La conclusión: ninguna manera de beber es buena. Cuanto menos, mejor.