Robin Westman

La pistolera que mató a dos niños en Mineápolis disparó hasta 116 balas

La policía cree que actuó solo en busca de notoriedad y cumplía una fantasía perversa

Mercedes Gallego

Corresponsal. Nueva York

Jueves, 28 de agosto 2025

Robin Westman odiaba a los judíos, a los mexicanos, a Donald Trump… «En resumen, odiaba a todo el mundo», dijo ayer el jefe de policía ... de Mineápolis, Brian O'Hara. Habían pasado poco más de 24 horas desde que la pequeña capilla de un colegio católico en un barrio acomodado de Mineápolis se tiñera el miércoles de sangre bajo los disparos del último pistolero juvenil, una joven trans de 23 años, que dejaron dos niños muertos y 15 heridos, todos de entre 6 y 15 años. En total, 116 casquillos recuperados de la escena. Y eso, gracias a que se le atascó una de las armas que utilizó, según han descubierto los investigadores.

Publicidad

En el breve tiempo transcurrido se han realizado «docenas de entrevistas», ejecutado tres órdenes de registro, descargado «cientos de páginas» que dejó escritas y revisado una extensa huella digital. No tenía antecedentes penales, ni siquiera un diagnóstico psiquiátrico conocido. De todo ello, los investigadores han concluido que actuó sola. Buscaba notoriedad y cumplir una perversa fantasía. «Solo había un grupo social que se salvaba del odio generalizado» de la joven, explicó el jefe de policía: «Los autores de otras masacres escolares». Westman, que se suicidó tras el tiroteo, sentía «fascinación» por ellos.

Los niños del Colegio de la Anunciación no fueron víctimas aleatorias, eran el objetivo. Robin soñaba con ver a niños aterrorizados y ensangrentados bajo la mira de su rifle. Quería crear el pánico, acorralarlos. Apuntaló las puertas del lateral de la iglesia en el que se apostó -otras estaban cerradas desde dentro- y empezó a disparar a través de los cristales. «¡He querido hacer esto durante tanto tiempo!», escribió.

Endre Gunter, de 13 años, sentado en uno de los bancos mientras escuchaba misa, miraba en ese momento por la ventana cuando recibió un disparo en el estómago. La niña sentada a su lado recibió otro en la cabeza y, hasta donde él vio, quedó fulminada en el banco. Las identidades de las dos víctimas mortales, de 8 y 10 años, no han sido desveladas aún.

Publicidad

Se sabe que Westman estudió en ese colegio, donde también trabajó su madre como administrativa durante cinco años hasta su jubilación en 2021, y acudió con ella a misa. Mary Grace Westman, de 67 años y que fue quien firmó la solicitud legal de su hijo para cambiar de sexo, había sido entrevistada por la policía, que no quiso decir si había tenido contacto con el padre.

En los últimos tres meses Robin Westman había visitado las instalaciones varias veces en preparación de la masacre, según han revelado las cámaras de seguridad. La última, apenas la semana pasada. «No estoy bien. No estoy en mi sano juicio», escribió. «Soy una persona triste, acosada por estos pensamientos que no se van. Sé que está mal, pero parece que no puedo dejar de hacerlo».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

¡Oferta especial!

Publicidad