América bajo la sombra de 'Donroe'

Un número creciente de expertos cree que la Casa Blanca busca reordenar el hemisferio occidental en un plan continuista de la antigua doctrina Monroe

Caroline Conejero

Nueva York

Domingo, 30 de noviembre 2025, 21:47

La política que la Administración de Donald Trump lidera en América Latina es una pieza clave de una estrategia global más amplia que intenta una ... reordenación por la fuerza de todo el hemisferio occidental. Lejos de ser nueva, se trata de un programa continuista de la famosa y antigua doctrina Monroe, que ha constituido el soporte ideológico del dominio estadounidense desde los tiempos de su fundación.

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La nueva edición, la doctrina 'Donroe' como la llaman casualmente los funcionarios de la Administración, busca resistir la crisis de hegemonía de América en el mundo, al tiempo que se intenta aislar a China y lograr el control de los recursos vitales industriales que permitan consolidar el dominio de EE UU en el segundo cuarto del milenio. El «América para los americanos» de Trump recupera así la forma más abierta y agresiva de intervencionismo que ha caracterizado la matriz colonial de Washington en Latinoamérica de los últimos 200 años. Una política que esencialmente reestablece que América Latina es el «patio trasero» de EE UU y que los ataques a la soberanía de la región vuelven a ser terreno estratégico, según coinciden numerosos análisis. Esta planificación política llevó entre 1898 y 1994 al derrocamiento de 41 gobiernos. Y en las últimas tres décadas, al respaldo de docenas de operaciones de cambio de régimen y «revoluciones de color». Como la que ahora teme Nicolás Maduro.

«Estados Unidos está reestructurando y reorientando sus recursos para establecer un vecindario más seguro para sí y para sus socios», afirma un funcionario del Gobierno en condición de anonimato. «Es una nueva asignación de recursos a nuestro territorio».

En Latinoamérica se concentran muchas de las prioridades de Trump, que incluyen terminar con la inmigración ilegal y el tráfico de drogas, reforzar la frontera sur y limitar la influencia de China en la región. En la segunda 'guerra fría' de EE UU contra una potencia global, Trump movilizó temprano a su Administración para reducir la huella comercial china en la zona, empezando por el Canal de Panamá, que caracterizó de amenaza a la seguridad nacional. Forzado por una enorme presión económica, el Gobierno panameño firmó un acuerdo a principios de abril permitiendo el establecimiento de tropas estadounidenses en la zona del Canal. La firma de fondos de inversión multinacional Blackrock compró más tarde las terminales chinas de entrada y salida de este paso marítimo.

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El líder republicano ha definido el narcotráfico como terrorismo y ha amenazado con una intervención militar a los países que albergan carteles de la droga. En esta guerra el ejército ha matado a 83 tripulantes de supuestas narcolanchas sin presentar cargos ni juicios en el Caribe y el Pacífico oriental, Las tropas estadounidenses, que según los datos del Servicio de Investigación del Congreso, han intervenido en todos los países de América Latina, mantienen por orden de Trump, la mayor demostración de fuerza aeronaval en décadas frente a Venezuela, incluidos buques capaces de lanzar cientos de misiles Tomahawk y escuadrones de grupos especiales aerontransportados. Sin esconder su intención, el presidente ha autorizado a la CIA lanzar operaciones en Venezuela y ofrecido una recompensa por Nicolás Maduro.

Los expertos consideran que con todo esto la Casa Blanca ha llevado la tradicional política del palo y la zanahoria a un nuevo nivel, creando relaciones abiertamente beligerantes contra los rivales y ayudando a los aliados. Esta estrategia ha golpeado a líderes de izquierda como Brasil, al que ha aplicado aranceles entre los más elevados del mundo. También ha sancionado a Colombia y reforzado el bloqueo sobre Cuba.

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El impulso del imperio

En cuanto a las zanahorias, Trump se ha comprometido al rescate económico de sus aliados derechistas, como el presidente populista de Argentina, Javier Milei, con una inyección de 40.000 millones de dólares a cambio de un provechoso acuerdo económico. Tampoco es un secreto su intención de explotación de los recursos de la región, que incluyen petróleo y gas natural, oro, hierro, litio, cobre y otros minerales.

Estilos aparte, la política exterior radical de Trump conecta profundamente con la doctrina ideológica formulada por uno de los padres fundadores de la nación, James Monroe. En 1823 proveyó a América de la primera gran estrategia para impulsar el imperio, y que sería expandida y reformulada por los presidentes William McKinley y Theodore Roosevelt. Una doctrina que en su primera fase propulsaba la gran expansión territorial de EE UU hacia el oeste y el sur. Como resultado, la anexión entre 1846 y 1848 de Arizona, California, Nevada, Texas, Utah y Nuevo México. Justo a tiempo del descubrimiento de yacimientos de oro en California.

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En una segunda fase, McKinley reeditaría la doctrina en plena expansión industrial y ferroviaria. Impuso un proteccionismo económico a base de un muro de aranceles y la protección del territorio, medidas que evocan a la actual Administración Trump. Impulsó el desarrollo global de EE UU: Cuba, Puerto Rico, Hawái (para frenar a Japón), Filipinas y Guam.

Su sucesor, Theodore Roosevelt, también relanzó el plan M onroe como espina dorsal de su política exterior. Justificaba intervenir en países de América Latina aquejados por una inestabilidad crónica y defendía excluir a las potencias europeas en el hemisferio occidental.

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