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Alumnos dando la espalda a Rembrandt

Nadie hablará de vosotras

La cultura y demás parientes, ignoradas como siempre en cada campaña

Jorge Alacid

Jueves, 16 de junio 2016, 10:53

La campaña electoral a la española se juega sobre un campo abonado por lo previsible. Ni siquiera las fuerzas emergentes aceptan salirse del guión. Una ausencia de novedades tan clamorosa como su tendencia al olvido: como si sólo supieran hablar de economía y demás parientes, los candidatos evitan ingresar en aquellos terrenos donde ningún voto se ha perdido ni ganado. De modo que en cada carrera para las urnas se puede elaborar una lista de temas de cierta trascendencia en la completa seguridad de que nadie a derecha ni izquierda se animará a pasearlos para capturar el interés del potencial elector.

Porque tal vez tampoco a ese votante le interese, por ejemplo, saber qué quieren hacer con la cultura los aspirantes a gobernarle. Una de esas cuestiones de las que nadie hablará en campaña. En España se confunde a menudo la cultura con el folclore, de suerte que se mide el nivel de instrucción del ciudadano en función de las filas que rodean el Museo del Prado para alguna exposición o el número de películas descargadas de cualquier servidor pirata o la cifra de libros prestados por la Biblioteca de guardia. Lo cual desvela un desconocimiento inveterado por la auténtica sustancia de la cultura: su capacidad para transformar (se supone que a mejor) el mundo que nos rodea. Su indómita potencia para crear mejores ciudadanos, más cultivados, sensibles e instruidos.

La cultura, en realidad, ejerce de incómodo comodín en los programas electorales, apenas una guinda que adereza las propuestas en teoría más principales. Un elemento decorativo que permite a los líderes patrios hacerse de vez en cuando alguna foto con el escritor amigo o el cineasta de confianza. Para que resultara verosímil ese presunto interés por las manifestaciones culturales, bastaría que alguno de ellos se dejara ver allí donde la cultura se produce y se exhibe. Tropezarse con ellos en librerías o salas de exposiciones. Saber cómo modifica su visión del mundo la última lectura. Que no tiene que ser necesariamente el Marca.

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