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Carlos Sainz. Efe
Sainz, a tope para su ¿último? Dakar
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Sainz, a tope para su ¿último? Dakar

El piloto madrileño, junto a su fiel escudero Lucas Cruz, acompañaron a Peugeot antes de viajar al raid más duro, del que la marca francesa se despide en 2018

David Sánchez de Castro

Madrid

Martes, 19 de diciembre 2017, 20:50

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Desde hace unos años, hay una tradición navideña que es de obligado cumplimiento para los aficionados al motor, y para los periodistas que lo cubren: la rueda de prensa de Peugeot con Carlos Sainz antes del Dakar. La de este 2017 tenía un sabor a despedida: La marca del león afrontará desde el 6 de enero su última participación en el raid más duro de la Tierra, en esta segunda etapa en la que han demostrado que no se les había olvidado cómo competir. Sainz, acompañado de su fiel copiloto Lucas Cruz, apareció sonriente por última vez defendiendo el escudo de la marca francesa. pero no tiene por qué ser la suya en el Dakar.

Y es que esa es la gran duda que rondó el acto. A sus 55 años, Carlos Sainz no pierde la frescura y la ilusión en una prueba que ya ganó en 2010 y que comenzó siendo poco más que una afición. En este 2018, al menos en enero, volverá a tener el protagonismo que su hijo le ha arrebatado en los titulares (que no en el palmarés) en los últimos tiempos. «Nuestro objetivo es ganar», afirma contundente, que no soberbio, porque sabe que tiene una de las mejores armas posibles.

«La filosofía es ganar, ir a ganarlo, pero hay que ser un poco paciente este año. Quizá conviene perder en algunas etapas para evitar abrir pista», confiesa el bicampeón de rallies. «Tengo 55 años, claro, no voy a esconder que estamos cerca de parar, pero no voy al Dakar 2018 pensando en eso, voy pensando en ganarlo», zanjó al respecto.

Este Dakar tendrá una dificultad añadida. Marc Coma, director de la prueba, ha diseñado una edición dura, en la que la navegación toma un especial protagonismo. Por eso, como decía Lucas Cruz, este año va a tener que aumentar la complicidad en el coche entre ambos. «Un copiloto puede hacerte ganar un Dakar o incluso hacértelo perder», recordaba Sainz.

Rivales cercanos

Los principales rivales de Sainz los tiene muy cerca. Tanto Stépháne Peterhansel (ganador de las dos últimas ediciones. y otras once más) como Sebastien Loeb y Cyril Despres, el llamado 'Dream Team' del Dakar, le van a poner las cosas muy difíciles. Pero no serán los únicos. Sainz avisaba de las dificultades que le van a poner los hombres de Toyota, Gniel de Villiers y Nasser Al Attiyah (especialmente este último), con la gran incógnita de Mini, que este año lleva una montura buggy que puede salirles bien. o mal. Precisamente con los alemanes fue el único desmentido que dio: no ha contactado con ellos, pese a los rumores, y está centrado en Peugeot. Claro, que decir lo contrario con Jorge Tomé, máximo responsable de Peugeot España y Portugal, hubiera quedado muy raro.

¿Estamos ante la despedida deportiva de una de las mayores leyendas del motor mundial? Ni siquiera él lo quiere pensar. Es por eso, quizá, por lo que afronta este Dakar con más ilusión si cabe. Carlos Sainz quiere brindarle una despedida a Peugeot a lo grande, ya que fue una de las peticiones expresas de los máximos responsables del equipo cuando decidieron volver al raid en el que habían reinado en los 80. Por si acaso, también quiere brindarse a sí mismo una nueva victoria a su palmarés. Él mismo admitió que en años anteriores le faltó esa suerte por la que, los que no ven más allá de los 'memes' en las redes, le han asociado. «¿Cómo iba a pensar que me iba a caer en esa zanja cuando iba a ganar el Dakar por segunda vez?», recordaba.

Por primera vez en los últimos años, Sainz vivirá en casa la Nochebuena con el 'otro' Sainz. Seguro que en esa cena hay muchas más conversaciones que las típicas, incluso pese al Madrid-Barcelona del día antes, que a buen seguro también ocupa un rato de la charla. Será el colofón para un año en el que el apellido familiar ha estado en boca de todos. Pero en enero, el protagonismo será para el patriarca. Quizá para rubricar una despedida a casi cuatro décadas de tierra, barro, algo de asfalto, arena y pasión por los rallies.

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