«Las mujeres damos un toque especial a todo lo que hacemos»

– ¿Por qué decidió convertirse en delegada de equipo?

– Empecé viniendo al fútbol para compartir afición con mi padre. Él ha sido del Haro de toda la vida y yo me hice socia en la temporada 2012/13 para pasar un rato con él los domingos. La directiva de entonces me pidió que echase una mano al club llevando las redes sociales. Cada vez me iban introduciendo un poco más, hasta que hace cuatro temporadas me propusieron ser delegada. Me lo pensé durante el verano y me pareció algo muy interesante. Yo, que soy una tía de retos, me lié la manta a la cabeza y dije: contad conmigo. Y van cuatro temporadas.

– ¿Cuál es el papel del delegado de equipo?

– El día del partido hay que hablar con los árbitros y con el delegado del equipo contrario. Hay que enseñar las equipaciones, llevar las fichas de los jugadores al árbitro, etc. Pero, al final, hay que estar al tanto de todo, estar pendiente de que todo fluya en la plantilla y solucionar cualquier problema. También hago un poco de madre, que no falte nada, que los que vienen de fuera se sientan como en casa, para ayudarles, animarles, un poco de todo.

– Poniendo, entonces, un toque más femenino en su trabajo.

– Sí, hay una anécdota, de la época de Julio Aranzubía como entrenador, que era más mayor que Aitor: cuando empecé con él también hacía de utillera, de psicóloga, un poco de todo. Y, cuando llegaba el domingo, el día del partido, ponía todas las camisetas en una percha y las colgaba cada una en su sitio. Y Julio me decía: «Mira que llevo años y años en vestuarios... y es la primera vez que veo una percha». Al final, las mujeres damos un toque, un detalle por nuestra forma de ser, en general, que igual para un hombre pasaría desapercibido.

– ¿Cómo vivió el parón por el COVID?

– Nosotros jugamos el último partido contra la Real Sociedad. El 8 de marzo, además, me regalaron una camiseta firmada por su entrenador. Y el día anterior Haro fue noticia en toda la prensa. El club estaba en el punto de mira, así que no sabíamos si nos dejarían jugarlo.

– ¿Ha tenido alguna mala experiencia por el hecho de ser mujer en su puesto?

– Sí, en mi segundo partido. Fue con una persona de otra cultura, en la que el papel de la mujer no es el que intentamos que sea, y no quiso presentarse ni darme la mano al inicio del partido.