La Rioja regresa al fútbol de Primera
El portero arnedano Álvaro Fernández firma por el Sevilla a sus 26 años tras pasar por varios equipos y países; Pablo Marín estará en la Real Sociedad
De Segunda División y jugar 42 partidos a verse sin equipo. Y de entrenarse en solitario a firmar por el Sevilla. Y todo en poco ... más de treinta días. «El mercado está muy difícil», dice Álvaro Fernández, el protagonista. El portero de Arnedo llega al Sánchez Pizjuán a sus 26 años, aunque si solo se atendiera a su curriculum se le otorgaría más edad. Todo un trotamundos, aunque ahora confía en asentarse a orillas del Guadalquivir.
Con Álvaro Fernández, el fútbol riojano vuelve a tener protagonismo en Primera División, aunque no hay que olvidar que otro riojano, y de padre arnedano como es Pablo Marín, forma parte esta temporada de la primera plantilla de la Real Sociedad después de alternar su camiseta con la del filial. La historia de Álvaro es muy diferente a la de Pablo, aunque ambos tuvieron que hacer las maletas para crecer en este deporte.
«Estoy inmensamente feliz. Por fin, después de mucho tiempo esperando para estar aquí, el sueño se hace realidad y solo tengo palabras de agradecimiento al Sevilla por esta oportunidad», decía este martes Álvaro Fernández en su primera entrevista como jugador del Sevilla a través de las redes sociales del propio club.
El arnedano lucirá el número 1 en su camiseta, justo debajo del nombre, A. Ferllo (Fernández Llorente), y aunque en su espalda no ha lucido muchos números diferentes, en su pecho, sí muchos escudos. Tras formarse en las categorías inferiores del Arnedo, firmó por Osasuna con 16 años, aunque con la camiseta de su pueblo ya había jugado muchos torneos con la Real Sociedad e incluso había debutado en Tercera, a sus 15 años, en un partido contra el River Ebro.
Después de dos años en Osasuna, logró alcanzar la Primera División y jugó contra el Villarreal en el antiguo El Madrigal. Quizá no fue el debut soñado, ya que se produjo por la lesión de su compañero Mario Fernández. No fue suficiente y en julio del 2017 dejó Pamplona para mudarse a Mónaco. Había firmado por tres temporadas, aunque un año después cambió las tierras del Principado por las de Almendralejo para jugar en el Extremadura. Allí llegó un joven Álvaro Fernández y de allí salió 'The Real Shark', el 'Tiburón'.
En Mónaco no encontró la fortuna deportiva que buscaba y en el verano del 2019 firmó por el Huesca. Su relación con la entidad oscense no ha sido sencilla hasta su finalización, el pasado 1 de julio. Ha salido cedido en dos ocasiones, al Brentford de la Premier League y al Espanyol para acabar volviendo el pasado verano a Huesca, jugar 42 partidos, firmar el nuevo récord de imbatilidad en la categoría con 792 minutos sin encajar un gol, veinte porterías a cero, ayudar a la salvación del equipo… y verse en el paro. «Han sido semanas convulsas que, a nivel psicológico, no son fáciles llevar, pero te fortalecen mucho como jugador y persona. Era la primera vez en mi carrera que me encontraba libre. Tienes que trabajar por tu cuenta, no tienes equipo con el que seguir una rutina de trabajo o compañeros a los que saludar. No tienes entrenadores que te dictaminen lo que tienes que hacer. Tuve la suerte de encontrar instalaciones apropiadas, dos o tres entrenadores que me han ayudado a entrenarme y estar a buen tono físico. Soy una persona a la que le gusta mucho cuidarse a nivel físico y nutricional. Tengo 26 años, soy joven pero con experiencia en el fútbol. El mundo del fútbol es así, al final estas situaciones hay que vivirlas. Ha merecido la pena porque estoy aquí», explica. Y entre todas esas idas y venidas, una medalla de plata con España en los Juegos de Tokio y su debut con la Absoluta en partido amistoso contra Lituania.
Este martes ya se ha ejercitado con el Sevilla. «Es uno de los equipos más grandes de España y Europa, solo hay que ver su nueva ciudad deportiva, el estadio y toda la gente que rodea al club de una calidad humana y profesionalidad espectacular», dice. Aquí tendrá que competir por el puesto con el noruego Orjan Nyland y Alberto Flores y hacer olvidar a Marco Dmitrovic. «Vengo de una temporada completa, con mucha confianza en mí mismo y haciendo las cosas bien. Creo que por eso he merecido dar un salto de calidad tan grande», explica.
De sus palabras se desprende que cuenta, o así lo entiende, con dos avales muy importantes. Primero, sentirse querido; segundo, su experiencia. «En una terna de porteros que puedan fichar por el Sevilla, que sea el primer candidato dice mucho de la apuesta que tiene el club sobre mí. He jugado en tres ligas diferentes, varios equipos tanto de Primera como de Segunda División. Estoy preparadísimo para dar este salto. Sé que es el momento ideal», insiste.
Ya solo le falta saltar al césped y escuchar a la grada para dar el pistoletazo de salida a su nueva temporada. «Salir y escuchar el himno del Sevilla cantado por la gente a capella… me muero de ganas por verlo y sentirlo. Es algo maravilloso», concluye.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión