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Leo Messi.
Todos los caminos conducen a Messi al clásico
Real Madrid-Barcelona

Todos los caminos conducen a Messi al clásico

No estará a tope, pero Luis Enrique ya demostró hace 13 meses con Luis Suárez que ante el Madrid quiere a los cracks siempre en el campo

P. Ríos

Viernes, 20 de noviembre 2015, 09:24

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Leo Messi jugará el sábado contra el Real Madrid en el clásico del Santiago Bernabéu. Eso es seguro. La duda, relativa, es si saldrá de inicio o esperará a la segunda parte o a la última media hora, ya sea para arreglar lo que no funcione o para buscar una hipotética sentencia. La decisión única no será de Luis Enrique, que consultará con el argentino hasta el último momento como no puede ser de otra forma tratándose del mejor jugador del mundo y de una cuestión de sensaciones, de sentir la rodilla segura tras dos meses de baja y unos siete entrenamientos con balón entre dos sesiones con el filial, la pasada semana, y cinco con el primer equipo, en la presente.

     El pasado martes incluso se montó un partidillo informal con algunos juveniles, jugadores del filial y del primer equipo para probarle. Superó el examen con un golazo y buen tono, pero, aunque no trascendieron las imágenes, seguro que nadie le entró con la contundencia de un partido oficial, como lo harían Pepe, Ramos o Varane en el clásico.

     A favor del técnico juega que el '10' ha madurado en el último año y medio hasta el punto de que ahora es capaz de controlar su ambición deportiva y esperar su momento si realmente no está convencido de su estado físico. Ya lo hizo esta misma temporada en el Vicente Calderón, aunque no por una lesión, sino por el nacimiento de su segundo hijo, que apenas le permitió descansar antes del encuentro. Entró en el campo en el 59' con 1-1 y logró el 1-2. Y durante este periodo de baja siempre ha tenido claro que no iba a acortar los plazos para reaparecer con Argentina antes que con el Barça porque simplemente era imposible. Pese a la evidencia, no son pocos los que en su país le han acusado de dar prioridad al clásico sobre su selección.

     Messi ya no está obsesionado con los Balones de Oro, aunque recuperará el trofeo en breve. La doble paternidad le ha sentado bien fuera del campo y en el terreno de juego está más tranquilo con dos jugadores al lado como Neymar y Luis Suárez, con los que puede repartirse las responsabilidades ofensivas. Además, aprendió por aquella lesión muscular que sufrió en París en la Liga de Campeones 2012-13, con Tito Vilanova en el banquillo. Nunca la recuperó bien aquella temporada y arrastró las molestias durantes meses. Incluso en el año del Tata Martino no se sintió en plenitud total. Él era el que más sufrió al ver que no podía arrancar como a él le gustaba, llevándole a jugar demasiado estático en muchos partidos y a ser acusado de desgana. Quería, pero no podía. Y es cierto que aún así marcó goles impresionantes y ganó partidos, pero el Barça se resintió y él sufrió. Llevó a la selección argentina a la final del Mundial 2014, pero se quedó sin músculo para el día decisivo.

   De otra pasta

Tras disfrutar como un niño en el primer año de Luis Enrique, Messi no quiere revivir esos malos tiempos. Esperará si no está bien. Y si cree que se encuentra en condiciones, jugará aunque Luis Enrique no le haya visto a tope en los entrenamientos. El técnico sabe que con los cracks mundiales no se juega, son de otra pasta. Ya apostó por Luis Suárez la pasada temporada en el Bernabéu pese a su falta de ritmo en el día de su debut. Pudo salir mal aquel día, pero se ganó a una estrella para la causa del resto de la temporada. Vale la pena arriesgar. Y con Messi volvería a hacerlo.

     Nadie podría acusar a Luis Enrique de temerario por otra razón: Arda Turan todavía no puede jugar por la sanción de la FIFA al club, Pedro se fue en verano al Chelsea y el 4-4-2 es una apuesta táctica que sólo ha utilizado para cerrar algunos encuentros, casi nunca de inicio. Para ver a los canteranos Munir o Sandro, todavía tímidos, en el ataque de todo un partidazo ante el Madrid pocos cuestionarían que jugara un Messi al 50 por ciento. Por lo menos intimidaría más. La explosión y la polivalencia de Sergi Roberto también podría llevarle a esa demarcación de extremo diestro, pero la comparación tampoco tiene color. Iniesta, de falso extremo, sería otra opción, pero el de Fuentealbilla es fundamental en la media y si adelantara su posición sería para jugar por la izquierda del ataque, desplazando a Neymar de su hábitat. En definitiva, que a poco que Messi quiera jugar, lo hará de inicio.

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