Senda del Monolito o del Fraile desde Logroño
Hoy saltamos de nivel y pasamos a una ruta que requiere, además de buena condición física, un buen dominio técnico de la bicicleta para afrontar el divertido descenso por las sendas del Monolito o del Fraile
Desplazarse hasta el Monolito de Nalda o Peña del Fraile en bicicleta de montaña es todo un clásico para los aficionados que practican este ... deporte en Logroño y localidades próximas. El enclave toma el nombre de una formación rocosa puntiaguda y muy pintoresca (dicen que recuerda a un fraile orando, de ahí su nombre) que sobresale en el escondido barranco del Moro, muy cerca de Peña Soto. Este capricho geológico es en sí mismo una atracción que motiva que los ciclistas acudan al lugar de visita y a fotografiarse, aunque es mucho más poderosa la fuerza que ejerce la divertida senda de tres kilómetros que desciende desde los pinares de La Hoya hasta la afilada roca y un poco más allá hasta desaparecer en una finca de cereal.
El Monolito y su sendero es el principal aliciente de la ruta que traemos hoy a este espacio como lo es la senda del Corro del Cura, que discurre igualmente entre pinares a mil metros de altitud. Tanto uno como la otra requieren estar dotado de buen nivel técnico sobre la bicicleta para afrontar algunos tramos complicados, aunque en su mayor parte son ciclables para el aficionado medio. Monolito y Corro del Cura forman parte de la extensa red de senderos que juguetea ente los bosques de todo este territorio, brindando al ciclista excelentes, pero también muy exigentes recorridos en las primeras estribaciones montañosas de la sierra riojana. Nombres como Senda Bonita, Senda Preciosa, El Piojo, la Vía Romana… son también familiares para los aficionados que transitan por estos pagos y lo son igualmente para los participantes en La Rioja Bike Race, el gran evento de la bicicleta de montaña que acoge nuestra región en el mes de mayo.
Para llegar a este entramado de senderos desde Logroño se requiere previamente pedalear durante unos 20 kilómetros si se va por Clavijo, como es el caso de esta ruta. El primer tramo discurre por la vega del Iregua hasta llegar a Alberite, en donde se cruza el río por el viejo puente de hierro antes de ascender por el camino de la ermita de la Antigua, la primera pendiente dura de la jornada. Ya en lo alto del cerro se divisa un extenso panorama de fincas de viñedo y cereal que cierra la peña de Clavijo al fondo. Hasta allí nos dirigimos por caminos agrícolas en buen estado y en subida continua y llevadera hasta que llegan las empinadas cuestas que escalan hasta la peña de Clavijo, con tramos que llegan al 20% de desnivel y que se libran en zig-zag hasta llegar al pueblo. Es un kilómetro escaso de subida, pero que exprime todas tus fuerzas. Eso si no hay que echar pie a tierra si el firme se encuentra suelto y con piedras, como suele ser habitual si el terreno está seco.
Clavijo bien merece una parada para descansar y reponer líquido en la fuente de la iglesia mientras se observa el castillo en lo alto del pueblo. Hay bar justo al lado, aunque suele abrir pasadas las 11 de la mañana. Hemos cubierto ya 15 kilómetros de distancia, estamos a 850 metros de altitud, con excelentes vistas sobre el valle del Ebro y con la mitad del desnivel de la ruta ya ascendido. La ruta sigue ahora por un camino en buen estado, también en subida, hasta llegar a un tupido pinar por el que se circula antes de coger un desvío a la izquierda que nos introduce en los primeros senderos de la jornada.
Empiezan los primeros recovecos, los equilibrios y la diversión entre los árboles y los bojes de una senda que nos acaba depositando en una pradera, con un portillo al final que se cruza para salir a otro camino. El término aparece acuñado en los mapas como Corro del Cura. Ya en el camino enseguida se nos echa encima otra imponente cuesta, que en realidad son dos, con un brevísimo descanso intermedio, que sube hasta los 1.100 metros de altitud y nos deposita en un collado y cruce de caminos, un punto de referencia para los ciclistas que pueden escoger aquí entre ir hacia Peña Aldera, Trevijano o Luezas; tomar la senda del Piojo, o descender hacia Nalda por una pista en buen estado. En nuestro caso descendemos por esta última un breve trecho para enlazar enseguida a la derecha con la senda del Corro del Cura, que dibuja su trazado entre pinares en un divertido descenso que nos lleva de nuevo hasta el portillo que habíamos cruzado previamente. Sin dejar el camino, un poco más adelante, tomamos por fin el desvío que nos llevará hasta el Monolito.
La senda, que comienza a poco más de mil metros de altitud, nos depositará al cabo de tres kilómetros de descenso en un camino de Nalda a unos 750 metros sobre el nivel de mar. Una caída de 250 metros que discurre jugueteando entre árboles y arbustos en su mayor parte, con pendientes de diferente dificultad, saltitos y un tramo algo más endurero y técnico nada más pasar el Monolito con una cerrada curva a la derecha en la que muchas veces es inevitable echar pie a tierra o descabalgar dependiendo de la pericia del ciclista o del estado del terreno. Es esta última parte la que peor condiciones suele presentar debido a las piedras y al barranco que cae a un lado, por lo que se aconseja ir con algo más de atención.
Todavía con el subidón de adrenalina tras el descenso por la senda, con los brazos tensionados por el esfuerzo para sujetar la bicicleta, llegamos a un camino agrícola que lleva hasta Nalda. Mientras nos relajamos con buenas vistas a Peña Soto a nuestra derecha, vamos dejando poco a poco la sierra hasta llegar a la localidad, en cuya plaza se puede parar también para reponer fuerzas tomando un refrigerio en uno de sus bares o bien acercándonos a la fuente. Es el último escalón de la etapa antes de caer de nuevo a la vega del Iregua y coger nuevamente la Vía Romana para retornar a Logroño tras 15 kilómetros de relajante paseo por las huertas y las choperas del Iregua.
LA RUTA, EN BREVE
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Longitud: 41,7 kilómetros
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Desnivel positivo acumulado: 835 metros
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Tiempo estimado: Entre 2 h. 30' y 3 horas
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Avituallamiento: Es posible avituallarse de agua en Clavijo (km. 15 aproximadamente y Nalda (km. 25). Hay bares en ambas localidades.
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Principales atractivos: El Monolito, pinares de La Hoya y Corro del Fraile, vistas desde Clavijo y Cuatro Caminos, castillo de Clavijo, plaza de Nalda, vega del Iregua.
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Nivel de dificultad: Medio-alto. La ruta requiere tener buena condición física para aguantar el kilometraje y las fuertes subidas que hay en algunos puntos. También se necesita tener un buen manejo de la bicicleta en tramos de senda como la subida a Clavijo y en los senderos del Monolito y el Fraile, en donde es recomendable bajarse si no se domina suficientemente bien la montura.
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