Lección de balonmano del Ciudad de Logroño en León

El primer tiempo del Ciudad de Logroño fue de los mejores de esta irregular primera vuelta. Con una defensa intensa que asfixió a la primera línea ademarista, los riojanos marcaron el ritmo del partido. Porque la retaguardia liderada por Roly Uríos y Andrej Pergel, uno de los grandes descubrimientos en el eje central de la zaga, anularon casi por completo a un equipo leonés desconcertado, posiblemente cansado de doblar esfuerzos en Liga y en Europa.

Liderado por un soberbio Ismael El Korchi, que condujo al equipo con maestría y sin hacer grandes estridencias –lo simple a veces es lo mejor–, desde el inicio fue el equipo riojano el que cogió el control del equipo, buscando (y encontrando) a los extremos –entre Zarzuela, Soler, Xavi Tuà y Cadarso anotaron ocho tantos en la primera parte– y penetrando el 6-0 ademarista, que no pudo con la primera línea franjivina.

Javi García, en el pivote, dio a los suyos una renta de tres goles (4-7) antes del décimo minuto. En la otra portería, el Logroño se apoyaba en su defensa y en un eficaz Xoan Ledo, que desvió ocho balones en esa primera parte.

Zarzuela lograba ampliar el hueco a los cuatro goles minutos más tarde, mientras el guardameta de Lalín seguía a lo suyo. Soler llevó las cifras a una diferencia de cinco goles (10-15) a nueve del descanso, al tiempo que El Korchi seguía con su exhibición. No era todo tan sencillo. El Logroño jugó en inferioridad durante ocho minutos, pero no alteraba el buen juego de los hombres de Velasco, que veían que Korchi, primero, y Preciado, al filo del descanso, ampliaban la renta a los siete goles (14-21).

Tras el paso por vestuarios, el Ciudad de Logroño salió adormecido y con un contundente parcial de 4-0 el Ademar, hasta ayer la segunda mejor defensa de la Asobal, volvió a meterse en el encuentro. Los de Velasco cometieron todas las equivocaciones posibles y el conjunto leonés recordó a dos la diferencia (20-22), lo que obligó al técnico segoviano a parar el reloj.

A partir de ese momento, todo volvió a su cauce anterior: Xoan Ledo parando casi todo lo que le lanzaban y El Korchi dictando cátedra de un ataque posicional sereno y efectivo. De esta forma, los franjivino volvieron a marcharse en el marcador delante de un Palacio que fue enmudeciendo con el pasar de los goles riojanos.

Lo intentó Dani Gordo con un ataque de siete; el Logroño le contestó con contragoles y control de las acciones, minimizando daños y ampliando incluso más la renta. El partido perfecto para un Ciudad de Logroño que demostró que puede mirar hacia cotas mucho más altas.