Lección de intensidad del Clavijo

A diferencia de otras ocasiones, el Clavijo sí empezó agresivo, algo que había demandado Ricardo Úriz en la previa del choque en tierras gaditanas. El partido debía empezar en el minuto 1 y no en el 15. Con una defensa muy despierta y velocidad de manos y piernas en tareas ofensivas, el Rioverde empezó marcando diferencias desde los primeros compases del encuentro ante un Algeciras que no acababa de despertarse.

Este juego dinámico hizo que en menos de seis minutos los riojanos abrieran un hueco de trece puntos (7-21) con una buena aportación de Hrabar, Torres, Querejeta y Shakhniuk. Sin embargo, el pívot se cargó de faltas (cuatro al ecuador del segundo cuarto), algunas de ellas innecesarias. Pese a ello, el Clavijo mantuvo el mismo estilo de juego hasta el final de esa primera manga (15-24).

Todo cambió en el inicio del segundo cuarto. El Damex modificó su defensa, impidiendo ahora las penetraciones, subió su agresividad y el Rioverde se atascó y en esos primeros minutos solo pudo anotar tres puntos mientras Efambé, Adom, Corraliza e Ikepze metían otra vez al Algeciras en el encuentro (23-27), lo que obligó a Úriz a parar el reloj y reorganizar a los suyos.

Despertó el Clavijo de su letargo y pisó nuevamente el acelerador con un entonado Kevin Torres y un irregular Faye, capaz de hacerse dueño de la zona de pintura como de perder balones sencillos de controlar. Abrió hueco otra vez el equipo blanquiazul de trece puntos (27-40) pero entró en juego Corraliza, que maquilló un poco el resultado al descanso (32-40).

Mejoró el Rioverde tras el paso por vestuarios, aunque en esos diez minutos vivió una montaña rusa. Porque estiró las diferencias en el comienzo del cuarto con un concentrado Arbosa y unos acertados Querejeta y Hrabar (37-53), pero se fue diluyendo, aunque siempre mantuvo la distancia con el Algeciras (51-60).

En el último cuarto el Clavijo jugó con mucha cabeza. Se sacrificó con las eliminaciones de Hrabar y Arbosa en defensa, pero se mantuvo erguido gracias a las muñecas de Fields y Torres, para salvaguardar su importante renta y celebrar con rabia un triunfo que le da alas.