Un rinconcito a la orilla del río Ebro

Los años han pasado, pero ese pedacito de historia y esos recuerdos quieren volver a formar parte de las nuevas generaciones. El Rincón de Julio, bajo una nueva dirección desde el mes de febrero, busca hacerlo posible, porque ha recuperado, como años atrás, la posibilidad de comer la comida que cada uno traiga de casa en las mesas de su terraza. El único requisito es que la bebida hay que pedirla en el bar.

El Rincón de Julio es la concesión administrativa de mayor antigüedad en lo que a bares municipales se refiere. Sus anteriores propietarios, Goyo y Ana Isabel, se jubilaron y, por azar, las hermanas Mónica y Diana se enteraron de que era posible hacerse con su gestión. Con una dilatada experiencia en hostelería –eran las propietarias del Café Antiguo en Valdegastea y comparten proyectos desde 2015– vieron la oportunidad de plasmar en un establecimiento más grande sus ideas de negocio.

«Estamos muy contentas del paso que hemos dado; es distinto a lo que pensábamos que iba a ser, sobre todo por la gran cantidad de clientes que tenemos», reconoce Mónica, que junto a su hermana regentan este mítico local, en el que actualmente emplean a once trabajadores para poder atender la gran demanda.

En El Rincón de Julio hay varias áreas diferenciadas: la zona de barra con mesas bajas, un comedor interior, con amplias puertas correderas que dan acceso a la terraza donde también es posible comer el menú; y otra zona de terraza mucho más amplia, donde poder tomar desayunos, pinchos, raciones y la comida que cada uno traiga de casa.

En su propuesta gastronómica, sobresale su menú de calidad a un precio económico, donde ahora cobra protagonismo la parrilla y los sarmientos. En ella asan la carne –la parrillada, las chuletillas o el entrecot son sus platos más demandados–; de momento, no tanto pescado, aunque sí hay posibilidad de pedirse unas sardinas asadas. «Mantenemos algunos platos de los anteriores dueños, también el chuletón al sarmiento», comenta Mónica.

La propuesta se completa con ensaladas, arroces, pasta y elaboraciones más preparadas, como el salmorejo de cerezas con cecina o las alcachofas con foie fresco de pato y huevo. Los fines de semana los menús se modifican ligeramente.

«Para la terraza más informal –no hay servicio atendido– tenemos una gran variedad de emparedados, bocatas, hamburguesas, pinchos y raciones. También tortillas que te puedes llevar enteras a la mesa, junto con el porrón, como se hacía antes», explica, a la vez que señala que conservan «la panceta, el morro y la careta de cerdo que eran muy pedidos».

Mónica recuerda que antes era posible sentarse en esas mesas «con tu propia comida y entrar a por el porrón u otras bebidas, pero con la pandemia se quitó esa opción y ya no se había vuelto a recuperar, hasta que llegamos nosotras. Hemos querido apostar por ofrecer nuevamente este servicio».

Porque son muchas las familias, animadas por el entorno y al encontrarse junto al aparcamiento de caravanas e instalaciones deportivas, que los fines de semana acuden en grupos grandes a comer en El Rincón de Julio. «Seremos de los pocos lugares donde es posible acoger a grupos tan numerosos, que vienen después de jugar algún torneo», destaca.

Ahora, con la llegada del buen tiempo, la terraza animará a muchos a acercarse a este lugar, con vistas privilegiadas al Ebro y con zona verde donde los más pequeños pueden disfrutar al aire libre. Como antaño.