Begoña Rodrigo, cocinera y propietaria del restaurante La Salita, en Valencia. L. P.

Begoña Rodrigo

Cocinera
«Mi madre no me enseñó a cocinar, pero sí a ser la anfitriona perfecta»

La televisiva chef valenciana fue una de las protagonistas de la última edición del Festival Gastronómico Mama celebrado en Ezcaray

César Álvarez

Logroño

Sábado, 16 de agosto 2025, 09:51

L a imagen que Begoña Rodrigo ofreció en sus últimas apariciones televisivas dista mucho de la que ofrece en la distancias cortas. Amable, simpática, divertida... ... la cocinera de La Salita fue uno de los grandes rostros del pasado Festival Mama celebrado en Ezcaray.

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– Cuénteme, para empezar, ¿qué influencia ha tenido su madre en su cocina?

– A ver, en mi casa yo no he aprendido a cocinar como tal, pero sí que he tenido la influencia de mi madre a la hora de cómo servir, de agradar. Mi madre era una anfitriona perfecta. Yo de ella aprendí eso, y así lo transmito dentro de mi restaurante.

– Es curioso porque parece que tradicionalmente la mujer tenía que cocinar y formar en ello a las hijas. Ahora eso ha cambiado. Usted es mujer, es ahora una cocinera y aquí han estado unas cuantas en Ezcaray, pero en general el mundo de la cocina, de la alta cocina, es un mundo masculino. ¿Cómo se puede ir cambiando eso?

– Desgraciadamente hubo un momento en el que pareció que iba a haber un poco más de cambio, pero yo creo que después de la pandemia la pirámide de prioridades de la gente cambió muchísimo y volvimos a ver un parón bastante grave con el tema de las mujeres. Hay restaurantes nuevos donde empieza a haber muchas parejas y la mujer ya no está en la sombra, sino que se presentan los dos, pero mujeres como tal lanzándose a la piscina solas sigue habiendo muy, muy pocas.

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– Pero es que las que hay no tienen reconocimiento.

– Tampoco, ya lo dije. Se lo dije a García Santos, yo llevo 20 años en mi restaurante y jamás ha estado. Entonces, ¿son rácanos con la crítica con nosotras? Pues sí, sí que lo son, como que cuesta un poco más.

– Con frecuencia se alude a la conciliación para justificar la poca presencia femenina, pero las mujeres siempre han sabido atender la cocina de casa, a los niños, a los familiares mayores, y a veces incluso trabajar fuera. Ustedes son capaces de eso.

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– Totalmente, pero bueno. En la carta que yo leí de la madre de Francis (en su ponencia Begoña Rodrigo leyó una carta manuscrita de Marisa Sánchez a ella), decía, 'en un mundo con tantos hombres, piensan que no necesitan ayuda' pero dejaba caer que yo hago la comida, les hago esto, les preparo la administración, les arreglo a los hijos, les arreglo tal, pero todo eso son cosas como invisibles que no se ven. Yo creo que necesitamos tirarnos la piscina y decir estamos aquí y queremos nuestra posición y queremos nuestro espacio también.

«Fui a televisión para intentar que la crítica hiciera caso a mi restaurante, que parecía invisible»

– ¿Qué le llevó a usted y cómo fue el proceso de tirarse a esa piscina? Porque desde este lado le conocimos a partir de tus apariciones en televisión.

– Claro, pero para cuando aparecí en televisión ya llevaba con mi restaurante siete años y a ver, es como cuando te dicen, ¿por qué hablas inglés? Digo, pues porque lo necesité un día para cobrar... Entonces presentarme a un programa de televisión al final simplemente fue, porque dije necesito poner más focos en él, porque la crítica no venía, no nos hacían caso, teníamos la clientela que esto era muy bueno, pero no era suficiente como para seguir avanzando y poder dejar de estar siempre en modo austero. Es un precio bastante elevado el que se paga y sobre todo si es de la noche a la mañana, pues es difícil de gestionar muchas veces. Pero bueno, yo lo valoré. Me había aburrido. No me parecía interesante abrir todos los días el restaurante y saber que mi techo era así de bajo. Cuando tienes claro el objetivo, hay que ir buscando las formas de conseguirlo

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– Y antes de eso, ¿cómo dice: 'voy a abrir mi restaurante'?

– Mi restaurante nació con cero pretensiones. Volvía de estar viviendo en el extranjero diez años con mi pareja que era holandesa. Mi hermana se había quedado con un local e iba a abrir un local de tapas, luego pensó que era mucho trabajo y no lo abrió.

Decidimos cogerlo con la idea de estar un año, año y medio, y seguir viajando. Pero llevamos 20 años con el restaurante, bueno, luego yo me separé lo que es financieramente de él y me quedé sola yo en el restaurante, pero no fue algo como ahora. Después de un año de muchos ceros y de plantearnos cerrar, empezó a funcionar y desde el octavo mes hasta el día de hoy jamás ha habido una mesa libre un fin de semana. Yo no entiendo esto de que con un gastronómico no puedo pagar mis facturas, nosotros hemos vivido siempre del restaurante.

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– Ha tardado en llegar el reconocimiento, no del público, que me dices que lo habéis tenido siempre, pero sí de la crítica. Supongo que tus apariciones en televisión ayudaron, pero realmente se empezó a hablar con la Estrellas.

– La aparición en televisión fue un regalón envenenado, estuvo muy bien, pero luego pasé a ser la chica mala de la tele, con mal carácter, o sea, era un poco la cosa así, un producto televisivo y estaba bien, pero luego tenía que pelear con la crítica, que no me hacía caso...

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