Enoturismo | Clemente García
La fuerza de una ilusiónEn Baños de Río Tobía, Bodegas Clemente García, responde al entusiasmo personal de un viticultor que decidió recuperar primero el edificio, y luego la actividad elaboradora, en la vieja casona del siglo XVI que ya utilizó su abuelo hasta los años 70
Bodegas Clemente García responde a la ilusión, el esfuerzo personal y la loable vocación emprendedora de un viticultor bañejo que había visto siempre a su ... familia moverse entre viñas y cubas, pero que también había asistido al abandono de las labores de elaboración de vino en favor de la cooperativa del entorno.
En Baños de Río Tobía, el vino se había complementado bien con los embutidos hasta el punto de compartir buena parte de la mano de obra. Cuando no era la época de trabajar en los secaderos de jamones o chorizos, lo era de laborar en la viña, y así se hizo durante muchas décadas compatibilizando dos actividades que aún perviven en la localidad, aunque ahora todo ha cambiado.
Las experiencias
-
Calado y cata maridaje
-
Incluye: Visita a la bodega, y degustación de vinos con una selección de embutidos.
-
Precio: Adultos: 12€. Niños (4-14 años): 5€
-
Duración: 60 minutos.
-
Enogastronómica
-
Incluye: Visita guiada a la bodega Clemente García y también a Embutidos Sobrón Martínez; con degustación de vinos y una selección de embutidos.
-
Precio: Adultos: 20€ y niños (4-14 años): 10€
-
Duración: 120-150 minutos.
-
Ruta por el viñedo
-
Incluye: Visita a los viñedos y degustación de vinos en la bodega con una selección de embutidos.
-
Precio: Adultos: 20€. Niños (4-14 años): 8€
-
Duración: 120 minutos.
El abuelo del 'actual' Clemente García había elaborado vino en la vieja casona familiar del siglo XVI desde el año 1947 cuando realizó la adaptación necesaria del edificio para convertirlo en bodega.
En esa instalación crio su propio vino hasta mediados de los años 70. Fue entonces cuando decidió llevar sus uvas, fruto del trabajo de cada campaña en el campo, a la cooperativa y que siguieran allí el proceso de convertirse en el néctar que llevó a enloquecer a Baco y Dionisios.
Esa decisión condujo a que durante 30 años, la bodega de la calle Ballestería 33, estuviera en desuso.
Pero la ilusión (y la valentía) de su nieto devolvió a la actividad la casona que se sustenta sobre la vieja viga de madera que da sentido a toda la estructura. Primero, Clemente quiso saberlo todo sobre el vino. «Ya sabía cómo se hacían la mayoría de las cosas, pero quería saber porqué se hacían así», afirma para explicar que por eso cursó el Grado Superior de Viticultura, y a partir de ahí derrochó tanta ilusión como trabajo en trazar su particular camino.
Un reto personal
Con sus propias manos, en 2006, Clemente (con la tenacidad del deportista que fue) comenzó a recuperar la bodega –que tras décadas sin uso, comenzaba a hundirse– y lo hizo manteniendo la estructura original y pensando también en adaptar la instalación a las necesidades de una bodega del siglo XXI que quiere mantener la forma de elaboración con la que trabajaba su abuelo y que es la que ha hecho grande la Denominación. De esta forma, tras no pocos desvelos, en 2014 vio la luz su primera añada.
Desde entonces, con las uvas que él mismo trabaja en sus viñas, Clemente García elabora sus vinos a la vista de cualquiera que quiera visitar la bodega, en pleno casco urbano de la localidad.
Trabaja sus uvas de forma ecológica, con el doble objetivo de hacer el vino de la forma más parecida posible a como lo hacía su abuelo y también por su propia convicción de que el respeto a la tierra es la mejor garantía de futuro. Al no usar productos químicos, en el entorno de sus viñedos fomenta un ecosistema natural de animales y vegetales que protege a la viña de plagas y enfermedades, sustituyendo así a los 'remedios' químicos.
Él mismo cuida y trabaja sus viñas a lo largo de todo el ciclo vegetativo del mismo modo que luego lo hace desde que la uva entra en la bodega hasta que el vino sale embotellado camino de una copa en la que ser degustado. Lo suyo es un trabajo en solitario.
Siguiendo el ejemplo del abuelo, Clemente García aprovecha las diferentes altura de la instalación para mover la uva y el vino por gravedad, y poder mantener así la uva en el mejor estado posible.
Los calados son los mejores aliados a la hora de mantener –en unos parámetros constantes e idóneos– valores como la temperatura o la humedad.
Cinco referencias
En la actualidad, Bodegas Clemente García –que afronta sus últimas mejoras con un nuevo acceso para las visitas– comercializa (a través de pequeños distribuidores) cinco referencias que acaban de estrenar rediseño en el etiquetado. Ahora incluyen un oso que hace referencia al apellido García y también a un animal noble que convive con la naturaleza en armonía. La garnacha es la variedad más preciada y a la que Clemente dedica mayores atenciones. Con ella, elabora tres de sus referencias Clemente García Garnacha, Clemente García Afinado en Barro y Ballestería 33.
El vino Clemente García Garnacha responde a las características de los vinos del Alto Najerilla, un vino fresco que ha pasado 15 meses en barrica de roble francés. El Afinado en Barro es un poco más fresco, donde se manifiesta con mayor claridad el carácter frutal de la garnacha. De Ballestería 33 –que hace relación a la dirección donde se encuentra la bodega en Baños– solo se elaboran 4.000 botellas. De gran frescura y fácil de beber también evoca a los vinos propios de la zona, con la –actualmente– revalorizada garnacha.
Pero además, Clemente García elabora un blanco, a partir de la viura, que pasa un año en barricas de roble francés, y un tempranillo que aproxima su perfil al de un reserva moderno, con 16-18 meses en barrica.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión