Arqueología

La aparición de diez tumbas enriquece el conocimiento de la necrópolis arnedana

Es el visible resultado de la primera semana de trabajo de los Campos Experimentales de Arqueología de UNIR, que ha puesto en marcha su segunda campaña estudiando la necrópolis que ya se conoció en los años 80 y que el arqueólogo arnedano David Eguizábal destapó en julio de 2015.

De 08.30 a 13.30, cinco alumnos han trabajado esta semana bajo las indicaciones y enseñanzas de los dos directores de la excavación, David Farell y José Manuel Martínez Torrecilla. «La primera semana es de limpieza del solar y detección de las tumbas que esperábamos encontrar, mientras que la segunda será para excavar y estudiar los esqueletos», explica Farell.

Los recortes de las cabeceras de las tumbas comenzaron a sentirse el mismo martes. Esta segunda fase de UNIR confirma que la tipología es la misma en todos los casos: orientadas oeste-este, excavadas en la arenisca dibujando la cabeza y los hombros, pertenecen a la población alto-medieval de la zona, enterramientos individuales pero en comunidad y con poco ajuar. Y cubiertas además por una laja, detalle que subraya Farell. «Encontrar las tumbas es 'medio pastel': para la arqueología y el estudio de estos cuerpos, lo interesante son los esqueletos que puedan salir y que nos digan cosas de su vida, como su edad, las enfermedades y patologías que sufrieron, la causa de la muerte», apunta el codirector de la campaña. Lo dice señalando la información que han aportado los restos encontrados el año pasado: uno de los individuos tenía lepra, mientras que otro murió por un golpe en la mandíbula.

Todo este conocimiento enriquece el escaso acumulado sobre la época alto medieval en la hoy ciudad del calzado. «Excavar en tu tierra es una gran oportunidad», valora el arqueólogo arnedano Javier Sáenz Pérez-Aradros, que repite como voluntario». «Llena completar lo que tenemos en el Cerro de San Miguel».