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Robe regresa a Ítaca
El músico que lideró Extremoduro ofrece un concierto intenso en La Ribera de Logroño ante 6.500 espectadores para presentar su disco 'Se nos lleva el aire'
Cuando Ulises regresó, por fin, a Ítaca tras su odisea, el único que le reconoció fue su perro Argos, ya anciano, que expiró tras volver ... a ver a su dueño. En la canción 'Viajando por el interior' del último disco de Robe, 'Se nos lleva el aire', entre otras referencias al clásico de Homero, como las sirenas, canta: «Ni el perro me conoce ya cuando regreso de vuelta al hogar». Es posible que cuatro gatos de los 6.500 espectadores que acudieron a la plaza de toros La Ribera de Logroño captaran la referencia literaria pero tampoco importó. No es la única de un músico que bajo la crudeza, la crítica y la aspereza de sus canciones, sobre todo en su etapa con Extremoduro, siempre ha incluido literatura. Y hasta cine. Porque en 'El poder del arte' también recuerda aquella célebre frase del teniente coronel Killroy (Robert Duvall) en 'Apocalypse Now'. Olía a... victoria.
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Concierto de Robe en Logroño
Sobre un escenario bastante diáfano, bajo un doble foco cenital, apareció Robe como un mesías. Tal vez la última esperanza del rock transgresivo. Pero ahora, en solitario, en la primera parte de su concierto en La Ribera, presentó una música más elaborada, con más matices, hasta con violín, saxofón, clarinete, teclados y una segunda voz aflamencada. Canciones sobre todo de amor, existenciales, sin esa rabia que caracterizaba a Extremoduro. Aún así, el público sigue disfrutando, aunque con otra intensidad, como fue con el caso de 'Puntos suspensivos', el primer tema cantado al unísono por la plaza.Aunque sigue habiendo crítica, se enfoca de otra manera. Es, si no más sutil, más concienciada, como la 'Nana cruel' que dedicó «a los menores que viven en zona de conflicto, especialmente a los de Gaza». Así, tan conceptual, tan sosegado, qué perro reconocería a aquel Robe Iniesta que parecía liderar la rabia adolescente en los 90.Fue con los primeros temas que interpretó de Extremoduro, 'Stand by' y 'Si te vas', aquellos en los que se notaba cuándo recogía versos de Machado, Neruda y Miguel Hernández y cuándo no («Yo me pongo palote solo con que me toque»), cuando los miles de espectadores cantaron definitivamente a coro y parecieron reconocer a Ulises. Entonces, y con las consiguientes canciones del nuevo disco, el concierto empezó a cobrar fuerza. Más con la canción 'El poder del arte' con una intensidad bárbara, cambios de ritmo y profundidad. Y fue tras esa primera hoguera, después de una hora de directo, cuando Robe hizo la anunciada pausa.
Tras un descanso el concierto resurgió a ritmo de 'stoner metal' y subió como la espuma con 'Cabezabajo' hasta que en medio de la canción se fue el sonido y tras unos minutos de interrupción y juramentos («Mirad a ver si habéis pisado algún cable»), continuó el directo. Y lo hizo con una intensidad bárbara gracias a temas como 'Viajando por el interior' primero y, sobre todo, con celebrados clásicos de Extremoduro como 'Jesucristo García' y el colofón 'Ama, ama, ama y ensancha el alma'.Robe es jaleado y admirado como un ídolo de masas. Algunas de sus canciones se cantan como himnos de misa por espectadores exacerbados como si estuvieran viendo a un dios. Y es que Robe es autor de canciones que han sido muy importantes para muchas personas. Y en su público, además de muchas mujeres, de muchos adultos, también hay padres e hijos. Pero también cabe señalar que en esa segunda parte del concierto hubo excesivas esperas entre canciones que hicieron perder entusiasmo en un espectáculo que fue más para vivir sentado que de pie.
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