«La Ribera tenía unos condicionantes muy marcados y uno era la cubierta»
Tras la reforma del coso taurino de Bilbao, Garteiz rememora la construcción de la plaza de Logroño, hace 20 años
Construir una nueva plaza de toros no es que sea hoy el proyecto más habitual al que se enfrentan los arquitectos en un despacho. Diego ... Garteiz está especializado en ello. Tras encargarse de la rehabilitación de Vistalegre, el coso taurino de Bilbao, Garteiz rememora para Diario LA RIOJA la construcción de La Ribera, la plaza de toros de Logroño, que diseñó hace 20 años. Además, Garteiz también es el autor de otras plazas como la de Illumbe, Vitoria, Illescas y Villaseca de La Sagra.
– ¿Se deterioran mucho las plazas de toros?
– Todos los edificios taurinos se acaban arruinando por el graderío. A través de ellos se producen filtraciones de agua que van afectando poco a poco a la estructura y acaban con patologías graves que son caras de arreglar.
– Está reformando Vistalegre. ¿Presentaba esos problemas?
– Se está reformando esa parte de la estructura, la que no se ve, y a la vez se están acometiendo otras reformas más estéticas.
– ¿Es partidario de las cubiertas?
– La mayoría de las plazas son de promoción privada. Solamente con el número de festejos que se organizan es difícil sacarles rentabilidad a corto plazo, y, por lo tanto, no son viables. Es necesario construir un edificio que puedas dotarlo para otros usos y para ello necesitas que sea cubierta.
«Todos los edificios taurinos se acaban arruinando por el graderío»
las cubiertas
– ¿Ha evolucionado el diseño de las plazas de toros?
– En los inicios, las plazas de toros eran las plazas mayores de las ciudades, y de aquellos cosos se pasó a construir edificios autónomos. La arquitectura se ha ido amoldando a los gustos estéticos de cada época. Debe evolucionar y adaptarse al contexto actual, eso sí, sin perder los ejes tradicionales, como son los terrenos de sol y de sombra, la ubicación de la Presidencia, del patio de cuadrillas, los chiqueros...
– ¿Por qué son redondas?
– En las plazas mayores de las ciudades, que en su mayoría eran cuadradas, el toro buscaba protegerse, se iba a las esquinas y le resultaba al torero un punto incómodo para realizar la lidia, entonces se empezaron a achaflanar las esquinas, se construyeron algunas plazas octogonales y finalmente acabaron evolucionando a plazas circulares.
«Ahora se prescinde de las puertas grandes porque eliminan muchas localidades»
la puerta grande
– Hay elementos como los palcos o las puertas grandes que se han ido eliminando con el tiempo.
– Las galerías nacen de las antiguas plazas públicas, donde todos los balcones hacían esa función de palco, y cuando se empiezan a realizar edificios autónomos se mimetizan de alguna forma esas balconadas. En la actualidad, estas galerías se van eliminando porque estructuralmente se puede y porque de cara a la organización de los tendidos es más sencillo.
– ¿Y las puertas grandes?
– Porque la mayoría se encuentran en los tendidos de sombra y eliminan muchas localidades, y prescindir de asientos en un edificio de estas características es complicado, por lo que algo hay que sacrificar. En el caso de Logroño, la empresa no consideró necesaria una puerta grande y optó por utilizar la de cuadrillas.
– ¿La normativa limita mucho?
– Bastante. La normativa actual hace que las plazas cambien mucho con respecto a las anteriores.
– ¿Qué elemento hace especial a una plaza?
– El sitio, la interpretación de la zona a la hora de encajar la plaza. Ver cómo todos los ejes tradicionales se implantan en ese nuevo espacio, los cuales vienen marcados por las fechas en las que se programan los espectáculos taurinos y por la latitud en la que se ubica la plaza. Encontrar el equilibrio entre todo eso es lo que más me preocupa.
– ¿Cómo abordó La Ribera?
– Fue un proyecto que vino con antecedentes muy marcados. Hace 20 años, la tecnología no estaba tan avanzada como lo está ahora, y uno de los puntos que más marcó el proyecto fue la cubierta. Había que rentabilizar toda la ingeniería de desarrollo, que costó muchísimo de la cubierta de Illumbe (ubicada en San Sebastián). Otro de los condicionantes fue que había un presupuesto, el promotor era una empresa privada, y por lo tanto había que cumplirlo. Y también los plazos de ejecución. Tuvimos poco más de seis meses para construirla, por tanto, en el diseño constructivo había que tener en cuenta todos esos factores. Se empezó la obra en febrero, nos pilló un mes lloviendo, continuamos en marzo y se inauguró en septiembre.
«Solo con festejos taurinos es difícil sacarles rentabilidad a corto plazo»
otros usos
– ¿Cuál fue el presupuesto?
– Alrededor de 1.800.000.000 pesetas.
– ¿El grueso del presupuesto se va en la cubierta?
– La de Logroño tiene 102 metros de diámetro. Aproximadamente, un 25% del presupuesto.
– ¿Han cambiado mucho?
– Sí que han evolucionado. La cubierta de Illumbe fue la primera en la que se utilizó el sistema de párpado. Por ejemplo, la de Vitoria es una evolución de la utilizada en Illumbe y La Ribera. En aquellos años no teníamos presupuesto y era todo mucho más complicado, requería de tiempo y el gasto era importante.
– ¿Qué características tiene la plaza de La Ribera?
– Quizá podemos destacar que tiene capacidad para 12.000 espectadores, se divide en dos tendidos, alto y bajo, y luego está la amplitud de sus dependencias.
– ¿Cambiaría algo de esta plaza?
– Cuando uno hace una obra no vuelve atrás. Seguramente mi forma de proyectarla ahora mismo no sería la misma, pero en aquel momento había unos condicionantes que había que cumplir.
«Los primeros cosos taurinos eran las plazas mayores de las ciudades y eran cuadradas»
los inicios
– ¿Tiene nuevos proyectos taurinos entre manos?
– No pinta bien la cosa. Cuestan mucho dinero y las administraciones no están por la labor. Si tiene que ser a través de un promotor privado es complicado porque son inversiones que hay que rentabilizar a largo plazo.
– ¿Cuál fue su último proyecto de plaza de toros?
– En 2013, en Villaseca de la Sagra, un proyecto de reforma de medio millón de euros.
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