Crítica de música

Dos cumbres inalcanzables

Jueves, 22 de mayo 2025, 08:00

Es prácticamente imposible, incluso en plazas musicales de primerísima, ver programados en días consecutivos dos gigantes de la música clásica como la violinista Midori o ... el pianista Lugansky. Bueno, pues aquí, en La Rioja, de la mano del excelente 'La Rioja Festival' organizado por Pablo Sáinz-Villegas y su magnífico equipo, tuvimos el verdadero milagro de reunir a estos dos portentos de la gran música con horas de diferencia. ¡Increíble, pero cierto!

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La violinista americano-japonesa Midori nos presentaba un programa centrado en Robert Schumann, su esposa Clara y su gran amigo Brahms, tres nombres fundamentales en el romanticismo musical alemán, comenzando por los 3 romances Op. 94 de Robert y los 3 romances Op. 22 de Clara, que son, como bien comentó Pablo Sáinz-Villegas en su certera presentación, como cartas de amor escritas en música. Midori fue navegando con pulcritud sobre esa aparente sencillez melódica, luciendo siempre el proverbial fraseo divino que la caracteriza desde sus lejanos comienzos: su discurso musical siempre da la sensación de perfección y redondez insuperable, que te atrapa de inmediato y fue capaz de elevar estas miniaturas, especialmente las de Clara Schumann, a unos niveles de belleza increíbles. A continuación venía una de las obras referenciales para violín y piano, como es la Sonata nº 2 Op. 100 de Brahms, un volcán de pasiones y emociones que Midori expuso con expresividad suprema y formidable intensidad. Desde el sugerente comienzo del Allegro amabile inicial hasta la forma celestial de rematar el Allegretto grazioso final, fue todo una maravillosa lección de calidad. El espléndido pianista turco-estadounidense Özgür Aydin fue un acompañante ideal y compenetrado al cien por cien en Schumann, y, además, un protagonista formidable en Brahms, donde el papel del piano es fundamental, dejando abundantes muestras de su genialidad. El programa finalizaba en clave más festiva con las 5 piezas en estilo popular Op. 102 de Robert Schumann para violoncello y piano (en versión para violín), en las mismas claves de limpieza y expresividad de todo el concierto. ¡Inolvidable recital!

De todos los grandes pianistas contemporáneos, el de porte más aristocrático y presencia más elegante al piano, es, para mí, el soberbio pianista ruso Nikolai Lugansky, que me hace recordar, cuando lo veo actuar, nada menos que al mítico y carismático Artur Rubinstein, al que tuve la inmensa fortuna de ver, ya octogenario, en un memorable concierto que guardo siempre en el corazón. Pero es que, además, su forma de enfrentar la música es también elegante, posada, maravillosamente interiorizada, como tuvimos la suerte de comprobar en Briones el pasado domingo. Como si se hubiesen puesto de acuerdo Midori y él, el programa era íntegramente de obras de Robert Schumann y no precisamente las más conocidas. Comenzaba el programa con la Humoreske Op. 20 en sus siete movimientos, en los que Lugansky fue desgranando sus más excelsas cualidades pianísticas adaptadas a toda la gama de caracteres expresivos que encierra la obra, desde el encanto del I Einfach inicial, el aire festivo del II Hastig o el poderío apabullante en el III, o la intimidad amorosa del IV Innig, por no hablar del gran virtuosismo de los movimientos V y VI a ritmo de polonesa. A estas alturas yo estaba asombrado del increíble trabajo con los pedales que tenía ante mis ojos, para conseguir ese punto ideal de redondez y resonancia que, sin darte cuenta, te invade la sensación de estar oyendo una versión insuperable con ataques matizadísimos y esos finales auténticamente divinos. ¡Impresionante! La Fantasía Op. 17 es todo un poema musical al piano con un itinerario de suma belleza, que Lugansky nos mostró en toda su excelencia. Ante las aclamaciones del público, nos ofreció dos de las Escenas del Carnaval de Viena Op. 26 insuperables. Es difícil que el Festival vuelva a alcanzar estas cotas de calidad tan impresionantes el próximo fin de semana, pero ahí está Pablo y sus amigos para intentar incluso superarlo. ¡Ánimo!

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