Marea incendia La Ribera con rocanrol

El espectáculo contó con una puesta en escena de alto nivel, aquello casi parecía AC-DC, muy lejos de cuando Marea actuó a medianoche en fiestas de Quel y la valla que separaba al público del escenario era la misma de los encierros matutinos. Después de actuar en la desaparecida Sala La Isla y en el Palacio de los Deportes de La Rioja, a Marea solo le quedaba La Ribera, y la llenó. El suyo ha sido el concierto más multitudinario de la capital riojana desde la pandemia, solo Fito & Fitipaldis, en 2018, logró sumar los 8.000 espectadores.

El cantante de Marea, Kutxi Romero, se dirigió al público tras las tres primeras canciones. «No ha llovido en 40 años y tiene que llover ahora, pero bueno, lo llevaremos lo mejor posible», justificó. Y es que, junto a la organización, Promociones Musicales Iregua, se valoró la posibilidad de cerrar el techo ante la lluvia pero, por preservar la calidad del sonido, se dejó a medias. En la grada no fue óptimo pero la película valió la pena. Kutxi Romero también recordó a algunos de los amigos que tiene la banda navarra en La Rioja, como «Emilio López, de Nájera», que trabaja con la banda como personal técnico y que al final sacó al escenario, «los Silencio Absoluto», «la familia Zapata»... y dedicó el concierto al batería del grupo riojano Vuelo 505, Iván Butch, «él sabe por qué». La razón es que sufre Ela. Fue un gran detalle ese.

Ya entrado de lleno el directo comenzaron a sonar canciones que coreó y celebró el público, como 'El temblor' y 'Manuela canta saetas'. «Hoy es el primer día que cambiamos el repertorio y vamos a tocar alguna otra de otros discos», explicó Kutxi Romero. Y sonaron, a diferencia de actuaciones y giras anteriores, algunos de los primeros temas de la banda, los mejor recibidos por el público, intercalados con los nuevos de 'Los potros del tiempo'.

Para cuando sonó 'Barniz', uno de los mejores petardos de la pirotecnia, llovía de forma que caían cataratas por los laterales del escenario, pero el agua no apagó el fuego, que entonces era ya un incendio de sexta generación. «Estoy sudando más que follando debajo de un plástico», confesó Romero. Nadie lo diría por esto pero es uno de los mejores letristas del rock nacional. El hijo del cantante, Aarón Romero, saltó al escenario para cantar 'Corazón de mimbre', y aunque le echó mucho corazón y ganas, desgarrándose la camiseta, no destacó demasiado. Mediado el concierto, Romero cedió el micrófono al bajista El Piñas, quien interpretó dos temas. Otro momento emotivo fue el dedicado al difunto Boni (Barricada) en 'El trompo'.

Tras una apoteósica 'La luna me sabe a poco', y transcurrida una hora y media de repertorio, Marea paró para «vaciar el balón de Nivea», confesó Romero, regresar y ofrecer «otro arreón». En esa recta final el hermano de Kutxi, Martín, salió como el Demonio de Tasmania a cantar 'Como los trileros' en la parte en que en la grabación original canta Brigi (Koma). En el bis final, presentando a sus compañeros, Romero dijo que la palabra rocanrol no está aceptada por la RAE, y debería salir Piñas como acepción, pero sí lo está («Género musical de ritmo muy acentuado, derivado de la mezcla de diversos estilos del folclore estadounidense, y popularizado desde la década de 1950»). Superando las dos horas de concierto, a modo de traca final, sonaron 'Jindama', 'El perro verde' y 'Marea' con Ibai Ganuza de Motxila 21, grupo de música formado por personas con Síndrome de Down. Otro gran gesto de Marea.