En el escenario de la muerte

Tras sobrevivir a un atentado en Ucrania, el autor nos habla de su 'herida'

Luis Ángel Adán León

Sábado, 30 de agosto 2025, 11:12

El año pasado nos dejó perplejos conocer lo cerca que estuvo de la muerte el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. Se había salvado por pelos ... del impacto de un misil balístico ruso cuando estaba de visita para apoyar a los ucranianos en la lucha por defender su país de la agresión de Putin. La alegría de saber que estaba vivo tapó la realidad de que aquel día murieron en ese mismo ataque trece personas, entre ellas la novelista Victoria Amelina.

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Héctor Abad es un hombre ya mayor, con problemas de salud y básicamente un ser muy cobarde que huye de la violencia pese a haber vivido los violentos años oscuros de la Colombia contemporánea. La pregunta que todos se hacían es qué hacía allí. Este libro es la respuesta, pero más que eso es un homenaje a esa novelista joven que murió allí por estar sentada en el lugar en el que debía haberse sentado él cuando impactó el misil.

Una serie de circunstancias fortuitas tiraron de este hombre pusilánime hacia Croacia. La casualidad de que su obra más famosa, 'El olvido que seremos', acababa de ser traducida al croata por unas ilusionadas veinteañeras a las que no podía declinarles la invitación para viajar a Kiev y aprovechar para darles ánimo.

«La pregunta que cabe hacerse es ¿para qué leer el libro si ya está todo contado? La respuesta es el autor»

Que a ese viaje se uniera el diplomático Jorge Jaramillo, creador de una plataforma de ayuda a Croacia, una periodista de guerra colombiana y que la novelista Victoria Amelina le contara que se iba a acercar al frente para despedirse de unos amigos que no estaba segura de volver a ver, lo llevaron a Kramatorsk (en el Donestk), cerca del frente. Cuando acabaron su misión y se fueron a celebrar en una pizzería que todo había salido bien, aquello voló por los aires.

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La pregunta que cabe hacerse es ¿para qué leer el libro si ya está todo contado? La respuesta es el autor. Cómo ha volcado toda su experiencia y su calidad humana en estas páginas. El caos mental del que salió no le permitía escribir pero este era un libro que le debía a esa novelista de la edad de su hija, cuyo libro era depositado en su buzón de Madrid cuando caía el misil.

La prosa brota de ese dolor y de esa incredulidad de no ser digno de estar vivo cuando a su lado murieron dos gemelas de catorce años y un bebé de meses. El resultado es precioso.

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