La santa Edith Stein. Reuters

Edith Stein, una vida excepcional

La profesora Irene Chikiar Bauer recupera en una biografía la figura de esta filósofa judía que se convirtió al catolicismo y fue canonizada por Juan Pablo II

Álvaro Soto

Madrid

Domingo, 28 de septiembre 2025, 18:01

La vida de Edith Stein es un compendio de la convulsa primera mitad del siglo XX. Nacida en el seno de una familia judía, perteneció a la primera generación de mujeres alemanas que pudieron entrar en la universidad. Intelectual y feminista, destacó en la filosofía y fue alumna de Edmund Husserl, el padre de la Fenomenología. Pero se acercó al cristianismo, se convirtió al catolicismo e ingresó en la orden carmelita como Teresa Benedicta de la Cruz, tomando el nombre de su admirada Santa Teresa de Jesús. Haber renunciado a la religión judía, sin embargo, no la salvó de la muerte durante el Tercer Reich. Fue detenida por la Gestapo y murió en Auschwitz en 1942. Más de medio siglo después, en 1998, fue canonizada por Juan Pablo II. La profesora argentina Irene Chikiar Bauer recupera ahora su vida en la biografía 'Edith Stein. Judía. Filósofa. Santa', publicada por Taurus.

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Fue Stein una persona que siempre se dejó guiar por sus impulsos vitales y quiso ser consecuente con ellos. A los 13 años abandonó el judaísmo y se declaró atea, a los 15 dejó de estudiar y a los 17 retornó a los libros con tal ímpetu que realizó en pocos semestres el recorrido estudiantil para el que otros necesitaban años. Con el apoyo de su madre, desoyó a quienes le aconsejaron estudiar Medicina o Farmacia, donde más lejos podían llegar entonces los judíos, y se entregó a la filosofía de la mano de Husserl. En la Primera Guerra Mundial, fue al frente como enfermera, porque quería experimentar lo mismo que sus amigos filósofos, enviados a las trincheras.

«Ella es una buscadora del sentido de la vida y de la realidad», explica Chikiar, que ha dedicado seis años de su vida a investigar para su prolijo libro. No es casualidad que la tesis doctoral de Stein estuviera dedicada a la empatía. «Para ella, la empatía es sentir lo que siente el otro y en ese fenómeno es en el que se conoce la realidad. El que te confirma la realidad es el otro», detalla la autora. Y en la línea de otros grandes judíos, como Hannah Arendt, Sigmund Freud o Albert Einstein, dejó de lado la fe de sus ancestros para abrazarse al espíritu prusiano. «Ellos fundaron una teoría, cosa que Edith, por sus circunstancias vitales, no hizo, pero es también una personalidad excepcional», explica Chikiar.

Con el mismo convencimiento con el que se consagró a la filosofía se entregó después al catolicismo. La lectura de Santa Teresa de Jesús la lleva a ingresar en 1933 en el convento del Carmelo de Colonia, en Alemania. «En una época positivista, como la suya o como la actual, el ejemplo de Edith nos conmueve por su capacidad de buscar el sentido de la vida en la trascendencia», agrega la biógrafa. En su faceta religiosa, Stein se propuso sacar los privilegios de los conventos para cambiarlos por la experiencia, en la línea de su admirada Teresa de Jesús.

El 31 de diciembre de 1938 fue enviada al Carmelo de Echt, en los Países Bajos, con la idea de que en este país, entonces neutral, estaría a salvo de la persecución nazi. Cuando en mayo de 1940 las tropas de Hitler entraron en los Países Bajos, se barajó la opción de enviar a Edith a Suiza. «Pudo escapar, pero una de sus hermanas estaba en el convento con ella y no se quería ir si su hermana no la acompañaba. Estuvo esperando los papeles de Suiza, no tenía espíritu de mártir, pero pensaba para sí: 'Lo que tenga que pasar pasará'. No es una heroína ni una mártir por voluntad propia, pero tampoco quería abandonar a los suyos», resume Chikiar. Finalmente, los nazis la capturaron y fue llevada a Auschwitz, donde fue asesinada el 9 de agosto de 1942.

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En julio de 1987, Juan Pablo II inició su proceso de beatificación, que culminó en 1998, cuando fue canonizada, y en 1999, cuando se la proclamó copatrona de Europa. El Papa dijo de ella que fue «una hija de Israel que durante las persecuciones de los nazis permaneció unida en la fe y el amor al Señor Crucificado, Jesucristo, como católica, y con su pueblo como una judía», en una manera de unir su origen judio con su fe católica. Irene Chikiar cree que el ejemplo de Edith Stein sigue más vigente que nunca: «Si entregamos las grandes preguntas del ser humano a la tecnología o a la inteligencia artificial, ¿qué nos queda? Las máquinas pueden realizar los trabajos mecánicos, pero la búsqueda del sentido de la vida es algo humano».

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