Julián Casanova presenta en Logroño su libro sobre Franco
El historiador, que hablará con Gil Andrés en la Casa de los Periodistas, define al «golpista y caudillo» como «campeón de las dictaduras desarrollistas»
«Franco, en sus casi cuarenta años de mando, fue golpista, caudillo salvador, criminal de guerra, abrazó el fascismo, que abandonó paulatinamente tras su hundimiento, buscó y encontró la respetabilidad internacional, fue abanderado de la lucha contra el comunismo durante la Guerra Fría, 'centinela de Occidente', y campeón de las dictaduras desarrollistas».
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El historiador turolense, Julián Casanova, catedrático de la Universidad de Zaragoza y uno de los mayores expertos en el siglo XX y la Guerra Civil, presenta en Logroño su libro 'Franco' (Ed. Crítica), una «biografía informada sobre la persona y el personaje que determinó los destinos de España durante cuatro décadas», que va ya por la quinta edición.
Lo hará en la Casa de los Periodistas (a las 19.00 horas), en un acto en el que conversará con el también historiador riojano Carlos Gil Andrés. Llega una semana después del 20N, en el cincuentenario de la muerte del dictador, para revelar «aspectos desconocidos por sus coetáneos» y trazar «un retrato definitivo para las nuevas generaciones».
«Pensábamos que todo lo que los jóvenes iban a aprender sobre Franco sería a través de la enseñanza en los institutos, pero en los últimos años nos hemos dado cuenta de que esos jóvenes que estudian la historia de España y que usan TikTok y otras redes tienen una imagen diferente del dictador», afirma Casanova.
«Hoy en día –añade– hay mucho más ruido tratando de demostrar que Franco creó la Seguridad Social, la modernización de España o que, incluso, nos orientó hacia la democracia a través del rey. Sus referencias ya no son la familia y la escuela, ahora son externas y pesa muchísimo más lo que ellos ven en otros núcleos de influencia, como las redes sociales o las amistades. Eso lo estamos viendo en las encuestas sobre a quién votan, y no solo ocurre en España, también en otros países como Estados Unidos».
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Frente a la desinformación, Julián Casanova defiende el trabajo riguroso del historiador. «No somos miembros de un jurado que acomoda a los actores en una sala de juicio, con potestad para sentenciar», advierte. Por eso, como dice, las afirmaciones que expone sobre el dictador, «no son opiniones, sino el resultado de numerosas y diversas investigaciones que han tenido que lidiar también con memorias divididas sobre ese pasado infame».
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