El segundo pase de este mes en la Filmoteca Rafael Azcona se define en términos sociológicos. A partir de las 19.30 y en la ... sala Gonzalo de Berceo se proyecta, dentro del apartado 'Día del cine español', la película 'El inquilino' (1957), de José Antonio Nieves Conde. Una mordaz sátira costumbrista que refleja en un tono agridulce el grave problema que le sobreviene a una familia para encontrar una vivienda digna donde alojarse.
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A finales de los años 50 el tema urbanístico y el acceso a un piso decente se convirtió en un calvario para muchas familias. Una réplica más o menos exacta de la realidad de hoy en día en la sociedad con los precios de alquiler y nueva adquisición sometidos a la implacable ley del mercado.
La desesperación y agonía para localizar, aunque sea un miserable agujero con cuatro paredes, y alojar a un matrimonio y sus cuatro hijos es el eje de esta divertida y chispeante pieza repleta de vicisitudes y giros perfectamente reconocibles. Un tipo de cine con un ADN particular que expresaba en un registro optimista una amarga existencia sobre un fondo gris y desazonador. El retrato es desalentador, estampa fidedigna extraída de un contexto realista, filtrado por ese toque voluntarioso y particular de nuestro cine consistente en convertir la crítica situación en un vodevil entreverado.
Evaristo González (Fernando Fernán Gómez) es un ingenuo y dicharachero practicante al que el derribo del apartamento que ocupa como inquilino con su mujer, Marta (María Rosa Salgado) y sus cuatro hijos, le pilla desprevenido y sin alternativa de cobijo. En apenas dos jornadas tiene que buscar acomodo y escasean las oportunidades y no hay gangas.
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El personaje se lanza a la aventura y su peregrinaje por un Madrid en el que se vislumbra lo viejo y lo nuevo supone una fotografía sarcástica del estado de ánimo de un ambiente azul oscuro casi negro. Un devenir espinoso que el autor de 'Surcos' (1951) convierte en denuncia irónica cebándose en la burocracia para conseguir vivienda social como una despiadada burla hacia la obra nueva por su pésima calidad de construcción. La película generó polémica, cierto escándalo, y al Ministerio de la Vivienda le preocupó su visión despiadada.
En este indispensable título de nuestro cine se pone en valor la abnegación, el esfuerzo, la ilusión y, sobre todo, la solidaridad, en contraste con la fatalidad teñida de un humor vivo y sutil.
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