Amor de Juventud

Observando con detenimiento el cartel promocional del largometraje es posible adivinar los diferentes tratamientos formales que Rosales va a aplicar como recursos de lenguaje cinematográfico en su pieza. En el póster los personajes juveniles acaparan la atención. De nuevo, el autor de 'La soledad' (2007) recurre a criaturas de esa franja de edad, como ya hiciera en filmes de enorme profundidad dramática y social como 'Hermosa juventud' (2014) y 'Los girasoles silvestres' (2022), para acuñar otro trabajo experimental y jugar con el dispositivo visual.

La materia fílmica y las claves formales son para Rosales herramientas para proceder a la mutación partiendo de licencias narrativas para fragmentarlas a su antojo. Otra vez deconstruye para armar su corpus temático sobre la muerte, el paso del tiempo y la nostalgia. Un planteamiento de dolor e introspección a los que nos tiene acostumbrados.

Sitúa la acción en una pequeña población de la Bretaña francesa llamada Morlaix. En este escenario y en su costa asistimos a una historia de amor. Gwen (Aminthe Audiard), que acaba de perder a su madre, conoce a un joven parisino, Jean-Luc (Samuel Kircher), recién llegado al instituto, y entre ellos surge una bonita relación. Un inicio cualquiera que utiliza Rosales para marcharse de nuevo por los caminos de la creación. Elabora otra rara avis, una metaficción sui géneris que va a exigir bastante al espectador. El entretejido de cambios de relación de aspectos de la pantalla, de tonos fotográficos, de rupturas formales y de hilos narrativos empiezan cuando los protagonistas asisten a un cine y la película que ven se titula 'Morlaix' y son ellos los protagonistas. A partir de aquí te sumerges en el habitual ritual de Rosales sin normas establecidas.