Crítica de teatro

La gran ballena

Jonás Sainz

Jueves, 6 de noviembre 2025, 10:34

Una noche vi al gran José María Pou hacer 'Moby Dick' en un teatro, en el Bretón, algo que yo creía imposible. Fue mágico: aquella ... novela gigantesca, aquel monstruo literario, aquel barco, aquel mar, aquellas dos bestias allí metidas, en un escenario, animal y hombre, enfrentados al terrible destino que significan el uno para el otro, enfrentados por igual al juicio divino y humano, a un público atrapado como sardinas en esa red que despliega el teatro cuando es pesca de altura... Algo tan grande, tan inabarcable y a la vez tan poético. Y todo en un actor.

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Desgraciadamente eso no ocurrió en 'La gran cacería'. Aunque en el texto de Juan Mayorga, como en toda su obra, hay pensamiento profundo y hermosa literatura dramática, aquí falta algo vital para hacerse teatro: falta el intérprete. Y sin intérprete es como el chino: no hay quien lo entienda. Yo no puedo entender que mi admirado Mayorga se meta en semejante camisa de once varas. Es curioso –solo curioso– que, sin ser actor, el autor se atreva con su propio soliloquio sobre las tablas, pero el resultado convierte el atrevimiento en un evitable ejercicio de juanpalomismo. Y escuece más recordar que fue Will Keen quien lo estrenó, uno de los mejores, y que le sucedió Alberto San Juan.

Habría preferido leer –solo leer– y vivir en la intimidad del libro esta historia de un viajero que una noche surca el mare nostrum que es Europa, o el mundo entero, y piensa en otros que como él se han buscado en ese espejo oscuro. 'La gran cacería' cuenta muchas cosas: que somos, por ejemplo, por igual cazadores y cazados, fiera y presa unidos por un mordisco o una lanzada. Ahab y la gran ballena blanca. Por igual instrumentos de otra mano, intérpretes de una música que nos trasciende. Tan solo actores. Pero que nunca nos falten las actrices y los actores.

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