El acoso escolar, uno de los problemas entre los escolares. L. R.
Iglesia

Algo estamos haciendo mal

O para ser más precisos, bastantes cosas estamos haciendo mal o muy mal con nuestros niños y jóvenes

Domingo, 19 de marzo 2023, 01:00

Cómo es que hoy en día un crío está prácticamente encarcelado por amenazar a otro crío, quien a su vez denunció la violación sufrida por ... su hermana, otra cría, de manos de cinco chavales menores de 12 años?

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¿Qué estamos haciendo mal para que el acoso escolar –bullying suena más inconcreto– sea ya un problema entre los chicos y chicas de nuestros masificados colegios urbanos? ¿No hay todo un entramado de precauciones, protocolos y tutorías para erradicar esa falta de seguridad en nuestros niños? ¿Qué estamos haciendo mal para que el riesgo suicida haya aumentado en la población infantil en un casi 2.000% en el último año, según recogía nuestro diario el domingo pasado?

¿Y las familias? ¿Qué estamos haciendo para que crezca el número de familias con hijos que padecen una vulnerabilidad cada vez más asfixiante?

Podríamos hacernos preguntas como estas hasta el infinito. En nuestra sociedad, el hombre y la mujer 'posmodernos' están prácticamente blindados por toda una inacabable normativa en forma de leyes, decretos de todo tipo que no nos acaban de prestar seguridad real en casi nada.

Los padres y madres, ¿se sienten apoyados en su cometido esencial de hacer de sus hijos personas adultas, recias, enteras, competentes, críticas, constructivas, con iniciativa personal, paces de vivir como seres humanos, responsables y libres, cara al 2050?

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¿No será más bien que tengan la percepción de que el Estado invade y obstaculiza su labor, mientras intenta suplirles como tutor legal de sus hijos, en lugar de asumir el papel subsidiario que realmente le corresponde? ¿Qué es lo que estamos viendo en realidad?

Ante esta situación que yo soy incapaz de describir correctamente, se me ocurre sugerir un par de consejos.

La formación esencial de nuestros niños y jóvenes, la que les hará libres y responsables, no depende solo de los medios materiales (tienen de sobra: aulas, informática, libros, móviles, etc.) Casi todos los niños de 11 años tienen ya móvil. En cualquier comida familiar, lo primero que se pone encima de la mesa es el dichoso chisme. Padres, niños, abuelos, tíos, ¡todos!, cada uno con el ojo más puesto en el teléfono (o celular) que en el de enfrente o al lado.

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¿Qué es lo que hoy esperan nuestros hijos, aunque no lo digan, fundamentalmente de los profesores y de su familia, pero en general de todos, también de los políticos y periodistas?

Esperan ejemplo. Conductas ejemplares. Actitudes ejemplares. Niños y niñas, que no son tontos porque todavía no se han entrenado para serlo, esperan de los mayores, no palabras que se lleva el viento, sino un buen comportamiento, coherencia con los valores que definen nuestra vida o, si lo prefieren, con las virtudes humanas y cristianas.

Dos principios de aplicación general que recomiendo son: 1- 'No todo vale'. No todo da igual. No es lo mismo la verdad que la mentira. Por más que 10 millones de personas –pongo por caso– digan que dos y dos son cinco, si uno solo, con tilde o sin ella, dice que son cuatro, este será el que lleva razón. No es lo mismo aprobar como sea, aun haciendo trampas, que esforzarse por vencer las dificultades que comporta el sacar adelante una asignatura con lealtad, sin facilidades engañosas y sin mentir. Un chaval que no está ya echado a perder sabe, no que «el que bien te quiere te hará llorar», como se decía antes, sino que el que bien te quiere te llevará con cariño por el camino del esfuerzo, de la tenacidad, de acabar bien las cosas. 2- Sentido común: la vida es complicada. No se puede tratar a los chicos como eternos bebés a los que hay que evitar todo esfuerzo y contrariedad. La vida no es una eterna vacación. No nos los da todo hecho. Hay que luchar por conseguir lo que verdad se anhela.

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Terminaría pidiendo a los hombres y mujeres que gestionan la educación de nuestros hijos (en primer lugar sus padres, pero también a profesores, políticos, periodistas y comunidad en general) que piensen en si la imagen que están mostrando es realmente la que corresponde a una verdadera formación. Formación no es sólo saber cosas. Formación es recibir todo aquello que te anima a vivir, a disfrutar haciendo el bien, a dar lo mejor de uno mismo. Bien decía mi abuela Vicenta: «hay más alegría en dar que en recibir». ¿De acuerdo?

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