«Me gusta hacer poesía luminosa, no porque la oscuridad no me haya rozado nunca»

En su último libro, 'El último minuto' (Númenor, 2021), Enrique García Márquez expone en el prólogo que «Rocío Arana tiene el don del verso feliz y de la mirada nueva, novísima [...] ¿O acaso no puede ella incluso con los lunes: 'Parece que no es lunes, que no importa, o que Lunes se llama mi alegría!'. Es su claridad, que es su don, y siempre viene del cielo, como la de Claudio Rodríguez».

– Son ya siete libros de poesía publicados por usted en 43 años, y no parece sobrar ninguno de ellos. ¿Cómo valora su producción poética?

– ¡Con asombro! Siempre he pensado que la poesía tiene mucho de regalo, y mae ha llevado donde ella ha querido. Lo único que me enorgullece es no haber abandonado, haber seguido escribiendo siempre.

– «Solo un minuto salva, y es el último», escribe. ¿Así lo considera? ¿Su poesía es su pensamiento, no hay lugar a la ficción?

– La poesía también es ficción, pero en este caso concreto más bien es intuición. Ese verso no expresa una ideología (¡qué aburrido!), sino uno de esos destellos de verdad que, de pronto, te llenan el alma: no es que tú poseas la verdad, ¡es que ella te posee!

– Pero sí, entendemos, hay lugar a la 'exageración', la hipérbole, en su obra, ¿no es así?

– Bueno, la hipérbole es un buen recurso literario y yo soy andaluza al fin y al cabo: riojana y sevillana: 'riollana', como dijo una vez el crítico Alberto Fijo.

– Por ejemplo, y permítame la broma, convierte los lunes en un motivo literario. ¿De verdad? «Lunes se llama mi alegría» y «Que llegues de repente, como un príncipe azul pero de lunes», escribe también.

– Desde siempre me preocupa que la gente viva solo para el viernes, para la fiesta. Me propuse no vivir así, ver la fiesta en cada día, los lunes también. Es mi lema, hecho ya 'hashtag' de Instagram: #locotidianodeslumbra.

– En sus poemas encontramos referencias pop, como un 'panettone' o Superman, casi una marca de la casa. ¿Quiere enraizar, así, su obra con la actualidad, la modernidad y la cultura popular?

– La cultura pop es mi infancia y adolescencia, ¡soy niña de los 80! Crecí con Tintín, con la Coca-Cola y con los videoclips de Kylie Minogue y Wet Wet Wet. Pero lo que me gusta en poesía son las imágenes poderosas y las enumeraciones caóticas, lo aprendí de mi maestro Miguel d'Ors, y esos recursos casan bien con estas referencias. Además, contrastan con el metro, porque en cambio soy muy clásica en ese sentido, adicta al endecasílabo. Tiene una magia especial.

– Realmente 'El último minuto' resulta una profunda reflexión sobre la existencia. ¿Son esos elementos citados anteriormente, más triviales, un envoltorio para rebajar el peso del poema?

– Yo creo que, como he cumplido 40 años (y más), me he soltado la melena. hablo de lo que quiero en poesía, y los temas universales, Dios, el amor, la amistad y la familia son mis propios temas.

– ¿Y el último minuto, de qué, de la muerte?

– Más bien de la vida. Dicen que pasa ante tus ojos en el último minuto. Me gusta pensar que hay trallazos de luz y clarividencia en estos tragos amargos, que son los que te salvan. En el último año he probado también esa medicina, me gusta hacer poesía luminosa por propia elección y no porque la oscuridad no me haya rozado nunca.