CRÍTICA DE MÚSICA

¡Pobre de mí, se acabó la música antigua!

Miércoles, 13 de septiembre 2023, 09:06

Parecía muy difícil superar el listón de calidad que había alcanzado La Ritirata el martes, con su programa sobre Francesco Mancini, pero, en horas veinticuatro ... y apenas sin despeinarse, apareció otro huracán musical irresistible: I Gemelli, ese jovencísimo grupo francés (fundado en 2018), que está revolucionando el mundo de la discografía barroca con innumerables premios y conquistando a crítica y público de toda Europa. Su fundador y director, el tenor suizo-chileno Emiliano González Toro, acompañado en esta ocasión por el tenor estadounidense Zachary Wilder, nos ofrecieron una monumental lección de canto barroco con bellísimos dúos, canciones, lamentos y danzas de numerosos compositores italianos del barroco temprano (primera mitad del siglo XVII), la mayoría absolutamente desconocidos, lo que nos podría presuponer sobre el papel una cierta monotonía, pero que resultó todo lo contrario: un universo multicolor, con una riqueza expresiva infinita y con toda la gama de sentimientos, melodías y ritmos. ¡Un descubrimiento! Ayudaban mucho los breves y simpáticos comentarios sobre el carácter o el sentido de las obras que interpretaban, que consiguieron una notable empatía y participación de los oyentes. La bellísima voz del tenor puro Zachary Wilder, de notable proyección, y la más completa de registros de Emiliano González Toro, con unos graves casi baritonales, supieron enamorarnos con tal riqueza de matices, colores y alardes virtuosísticos, destacando la divertida 'La vecchia innamorata' de Marini, el dúo 'Damigella tutta bella' de Calestani o la difícil chacona 'Mai non disciolgasi' de Gregori.

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El grupo instrumental fue una auténtica maravilla, encabezado por las espléndidas violinistas Stéphanie Paulet y Leonor de Lera, además de excelentes intérpretes de arpa, laúd, guitarra y tiorba, violoncello, viola de gamba y el lujo de Yoko Nakamura indistintamente al clave y al órgano positivo. De propina ofrecieron en primicia el dúo de Telémaco y Ulises de la ópera 'Il ritorno d'Ulisse in patria' de Monteverdi, que presentarán el 4 de diciembre en el Teatro Real, nada menos, además de La Coruña y otros teatros europeos. ¡Cima alcanzada!

El jueves se cerraba la Semana con La Chapelle Royal, grupo vocal español fundado y dirigido por el musicólogo Albert Recasens, comprometido con el redescubrimiento y difusión del patrimonio musical español, que ha llevado en triunfo por toda Europa. El grupo venía en formación de cuarteto vocal (dos sopranos, contratenor y tenor) y un escuetísimo acompañamiento instrumental con todo el peso recayendo en el formidable Manuel Minguillón con la guitarra y la tiorba y el excelente arpista Manuel Vilas, además de Emmanuel Balssa a la viola da gamba y un intérprete de bajón (precursor del fagot) que no figuraba en el programa y que nadie se dignó presentar. Los cuatro cantantes dejaron una ejemplar demostración de canto, con bellísimas voces, ataques de precisión, entrelazando su canto sin mácula y con unos finales de cortar la respiración: ¡magníficos! El programa, con obras escritas para la Real Capilla de los tres últimos Austrias (siglo XVII), adolecía de una excesiva linealidad y monotonía con innumerables tonos al Santísimo Sacramento y a la Navidad o villancicos a Nuestra Señora, además de varios 'tonos a lo humano' y uno de zarzuela barroca. No debería reproducir la malicia de Stravinsky sobre Vivaldi (que no había compuesto cuatrocientos conciertos, sino cuatrocientas veces el mismo concierto), pero según avanzaba el concierto quedaba esa cierta sensación. La música de Juan Hidalgo, Carlos Patiño y Sebastián Durón es magnífica, pero nos fue servida de una forma tan uniforme en la articulación, en la agógica y en la dinámica, que la perfección del canto se volvía algo frío. La desnudez del acompañamiento instrumental y la poca complicidad con el público, sin un solo comentario o incluso alguna broma, cayeron a peso sobre una interpretación, por otro lado, ejemplar.

Parecía difícil superar el listón de calidad de La Ritirata pero apareció otro huracán musical, I Gemelli

Cuatro líneas para destacar lo acertado de los aperitivos musicales que nos ofreció Rioja Filarmonía en la terraza de Riojafórum, previos a los cuatro conciertos, con miembros de la Academia de Música Antigua y un enfoque divulgativo, y en cierto modo lúdico, que es muy de agradecer. Otra cosa más discutible fueron los cuatro conciertos, agrupados en dos sesiones-prólogo unos días antes del verdadero festival, con una relación mínima con el universo de la música antigua, cogiendo el rábano por las hojas, aunque con propuestas originales y de cierto interés. Así, el emparejamiento del folclore riojano y la música armenia, con la zanfona de Jorge Garrido y el duduk de Norik Sahakyan, curiosísimo. La fusión de jazz, música antigua y electrónica que nos ofreció Re-Nacimiento fue una propuesta heterogénea, pero con unos intérpretes de auténtica categoría. Una bomba fue la presentación de Neønymus, una de las propuestas musicales que más me ha impactado en la vida, imposible de describir o de clasificar, algo que deberían presenciar una vez en la vida todos ustedes: de lo que es capaz un solo hombre, con cierta tecnología, ¡increíble! Por último, la 'Luna sefardita' de Ana Alcaide, una referencia en música vocal judeoespañola con su original instrumento de origen sueco, la Nyckelharpa. Creo que este tipo de conciertos se pueden y se deben redefinir en el marco de la Semana de Música Antigua.

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