CRÍTICA MUSICAL

Magnífico viaje musical

Sábado, 17 de junio 2023, 02:00

En la historia de la música hay auténticas catedrales sonoras que pocos artistas son capaces de poner en pie en toda su espléndida grandeza y ... Winterreise es sin duda una de ellas. Compuesta en el último año de vida de Franz Schubert, podemos decir que se estaba muriendo componiendo esta sobrecogedora colección de 24 canciones sobre poemas de Wilhelm Müller, consumido entre grandes sufrimientos por la sífilis contraída en su juventud. Como dijo Pedro Halffter en acertadas palabras, justo antes de empezar la interpretación, esta es una obra para audaces que osan introducirse en un recorrido profundo, a veces desolador, que te conduce a la experiencia catártica de asomarte al abismo de la vida.

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Seguramente muchos de los asistentes no se habían preparado para ese 'viaje iniciático', pero seguro que sí fueron conscientes de la extraordinaria versión que tuvimos el privilegio de disfrutar. Es difícil imaginar mayor interiorización, mejor gama de matices, más expresiva articulación e incluso mejor dicción alemana, que la que nos ofreció el tenor José Manuel Montero, en un acercamiento a la obra intenso, vital y cristalino. En esta obra el tenor es el héroe, con su hora y cuarto de canto ininterrumpido, repleto de dificultades en todos los registros, con pasajes graves bastante profundos seguidos de agudos situados en la difícil zona del pasaje, con unas exigencias de concentración en la riqueza de los versos, aplicando toda la gama de recursos expresivos: medias voces, fortísimos, acentuaciones inverosímiles, despliegues prosódicos, etc., para conseguir esa gama de sentimientos, de agitación, alegría, desolación, ensoñamiento, amor, violencia, rabia... Todo esto es la esencia del lied y José Manuel Montero posee todas las claves para hacer de sus interpretaciones un viaje inolvidable.

Alguien escribió que en los lieder el texto se debe fundir en la música «como el caviar sobre la lengua» y me parece que ese ingenioso comentario deberíamos también aplicarlo a la simbiosis perfecta que debe haber entre la voz y el piano en los lieder. Y así fue en el concierto que les comento, con un Pedro Halffter extraordinario como pianista, pero que, además, al ser un gran director de orquesta, aportó ese plus conceptual y de rico análisis que enriqueció toda la interpretación, fundiendo la voz del piano con la voz del tenor de forma insuperable. Estuvo grande el pianista en la unidad conceptual que destilaba toda la serie de 24 canciones y a la vez exquisito en los múltiples detalles que aparecen, como la obstinación de la lluvia (nº 3), la fuerza expresiva (nº 7), la belleza de la naturaleza (nº 11), las llamadas del cuerno (nº 13), el jugueteo del nº 16, los ladridos del perro del nº17 o el punto de baile del nº 22. Todo el concierto fue un despliegue liederístico de primer nivel, que el público supo premiar y reconocer con una intensa y prolongada ovación. Un gran concierto.

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