Regresa a Riojafórum una de las mejores obras de Verdi y de todo el repertorio operístico, con un personaje fascinante, el jorobado bufón Rigoletto, cruel ... y prepotente en la corte, pero también tierno padre, hombre atormentado e iracundo vengador. Con todas esas facetas y la maravillosa música de Verdi, estamos ante el más imponente papel de barítono de toda la historia de la ópera. Esta vez, la Compañía Lírica LGAM vuelve a traer la orquesta, el coro, parte del reparto y el equipo técnico de la Ópera Nacional de Moldavia, como hacía antes del covid, lo que sin duda marcó carácter propio a toda la representación.
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El personaje principal corrió a cargo del barítono hispano-peruano Jorge Tello, con una actuación destacable en su aspecto teatral y con un poderío vocal impresionante. Compuso un gran Rigoletto, dominador a lo largo de toda la ópera, al que solo faltaban ciertos matices vocales que hubieran enriquecido su canto. A su lado, la soprano Rocío Faus daba bien la imagen frágil y delicada de Gilda, con un canto de muchos quilates, solventando con brillo sus grandes momentos. Evitó el sobreagudo final del dúo de la 'Vendeta', que todos esperábamos, y no sé por qué, pues es una nota que la tiene sin grandes problemas.
Rigoletto, de Guiseppe Verdi
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Compañía Lírica LGAM Orquesta y Coro de la Ópera Nacional de Moldavia
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Dirección musical: Nicolae Dohotaru
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Dirección artística: Leonor Gago
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Lugar y fecha: Riojafórum, sábado 1 de marzo de 2025
Actuó el tenor italiano Carlo Giacchetta como duque de Mantua, sustituyendo al inicialmente previsto, mostrando un nivel vocal por debajo de sus compañeros de reparto.
La voz tiene un centro interesante, pero los agudos son blanquecinos, y su línea de canto deja bastante que desear, con fraseos poco elegantes. En su favor diré que se entregó totalmente en todas sus numerosas intervenciones. Me encantó la mezzo Natalia Matveeva en el corto pero importante papel de la seductora y voluptuosa Maddalena, encarnándolo a la perfección en todos los aspectos. También hizo un meritorio Sparafucile el joven bajo valenciano David Cervera. La mezzo Rodica Picireanu, a la que hemos admirado otros años en papeles importantes, fue un auténtico lujo como la traidora sirvienta Giovanna y tampoco puedo olvidarme de comentar el papel del Conde Monterone, el agraviado anciano que solo tiene dos frases en la ópera, ¡pero qué frases!, porque son las que tienen que horrorizar a Rigoletto: la sonora maldición que da sentido a toda la ópera. El bajo- barítono Yurii Dudar, que sustituía a Alejandro Sánchez (reciente ganador del Concurso de Canto Ciudad de Logroño), cumplió dignamente, pero sin duda perdimos en el cambio.
La presentación escénica era muy tradicional y bastante convencional, pero digna. El coro masculino de la Ópera Nacional de Moldavia, en formato reducido, estuvo magnífico, con un brillo vocal espectacular y buen movimiento en escena. La orquesta estaba bastante descompensada, con cuerda muy escasa, junto a los vientos completos, así que los metales se comían a la orquesta cada dos por tres, sin que el director Nicolae Dohotaru hiciera el menor intento de controlar volúmenes. Que la tuba estuviera en muchos momentos sonando escandalosamente por encima del resto no era muy agradable. Así que fue una representación con luces y sombras, pero con un buen balance y bastantes momentos verdaderamente brillantes. El público estuvo muy cálido en sus aplausos.
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