Crítica de ópera

Estruendoso Nabucco

Jueves, 4 de diciembre 2025, 08:30

Con lleno hasta la bandera recibió Riojafórum esta vibrante ópera de juventud y primer gran éxito de Giuseppe Verdi, Nabucco, a cargo de la Compañía ... Lírica LG Artist Management en combinación con la Ópera Nacional de Moldavia y puedo adelantarles que, con sus luces y con sus sombras, hubo cosas interesantes como para merecer la pena esta representación. Comencemos por las «sombras», que se concentraron principalmente en la parte orquestal y en la presentación escénica. El foso de Riojafórum ya nos va demostrando que no propicia una buena acústica, magnificando el sonido de los metales y opacando el de las cuerdas. Si a esto se añade que la orquesta estaba bastante desequilibrada, con muy poca cuerda (violines, violas, violonchelos y contrabajos), unas maderas poco expresivas (flautas, oboes, clarinetes y fagotes) y unos metales (trompetas, trompas, trombones y tuba) soplando a tope, como si no hubiese un mañana, ante la indiferencia del director, que actuaba como un guardia de tráfico, sin un control de volúmenes, de planos, de dinámicas, con la atención absorta en la partitura, pues háganse idea del estrépito que salía de ese endemoniado foso, molestando y hasta deformando el sonido orquestal, lastrando toda la representación. La presentación escénica fue también bastante anticuada, propia de teatros de ópera del Este, humildes, a base de telones algo casposos, aunque agradecemos el esfuerzo de colocar dos grandes leones alados en el último acto.

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Afortunadamente la parte vocal ofreció cosas mucho más interesantes, destacando poderosamente el barítono español Jorge Tello como Nabucco, con voz caudalosa en toda su tesitura, expresividad, agudos brillantes y convincente interpretación. ¡Qué bello «Deh, perdona» del tercer acto! También me sorprendió la soprano española Amparo Navarro en el terrorífico papel de Abigail, dominando todas las inclemencias que le puso Verdi en el camino, que siempre han espantado a tantas grandes cantantes. Su voz no es especialmente grande, pero estuvo muy bien proyectada y siempre se hacía oír. Solo atreverse a cantar este rol es meritorio y si además lo hace bien es verdaderamente admirable. Cantó su formidable aria «Anchío dischiuso un giorno» con unos bellísimos fraseos muy bien matizados. El joven bajo ucraniano Viktor Shevchenko dejó muy buena impresión como Zaccaria, con excelente línea de canto, aunque le falte algo de rotundidad en los graves. El papel de Fenena estuvo bien cubierto por la mezzo española Mali Corbacho (¡de raza le viene al galgo!), con dominio vocal absoluto, aunque el vestuario no le favoreciera. El tenor argentino, Nacho Guzmán, que ya ha actuado brillantemente en otras óperas en Logroño, no parecía el mismo al que yo había ponderado en anteriores críticas, ofreciendo un Ismaele bastante tosco. Correctos los restantes papeles secundarios.

Dejo para el final al coro, que en esta ópera es casi el principal protagonista, con innumerables y vibrantes intervenciones, que superó con nota y muy especialmente el esperado «Va, pensiero» bellísimamente cantado. Con solo un par de docenas de coralistas, fueron capaces de sacar brillantemente esta exigente ópera. Sigo protestando por la ausencia de programa de mano, que me parece un desprecio a los intervinientes musicales, que quedan en el más absoluto anonimato, y un desprecio al público. Que conste.

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