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Grupo de jóvenes, este viernes a media mañana, conversando junto a sus tiendas de campaña en la acampada del festival. I.Á.

Festival en Calahorra

Lo que Holika ha unido y se queda en la acampada

La experiencia del camping, la cara 'B' del festival, se vive entre risas, resacas bajo el sol, mucho desorden y hasta un nuevo «idioma de los holikers»

Isabel Álvarez

Calahorra

Viernes, 27 de junio 2025, 19:59

Doce de la mañana, 31 grados a la sombra y en la parada del tren del festival al centro comercial Arcca no hay quien pare. ... Ni los holikers que van y vienen, con el dinero en la funda del móvil para comprar (basicamente) la sangría en Mercadona, ni los coches que entran a repostar a la gasolinera junto a la que se ha habilitado el improvisado apeadero. El camping, frente al santuario del Carmen, cuenta ya con un acceso directo a la parada. Así que se acabó lo de tener que dar un rodeo a todas las tiendas de campaña para pillar el tren festivalero. «Está desde ayer a mediodía», dice una de las trabajadoras del puesto de control por el que hay que pasar para llegar a la parada.

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En el camping, la ampliación del espacio para esta edición se nota. Hay menos tiendas apiladas y más zonas sombradas. Pero lo que sigue igual es el 'caos' que deja el universo holiker pasando la resaca. Bolsas, bañadores, toallas, chanclas, botellas y envoltorios de comida rápida comparten espacio dentro y fuera de las tiendas, en las que el calor apenas deja pegar ojo. «Lo bueno de todo es que hay duchas», afirmaba Guillén, un joven del País Vasco que comparte mesa con Uxue, Iune, Xabi, Allan y Claudia en el patio del convento del Carmen, convertido un año más en área gastronómica.

El recinto, con baño propio, recibe la visita 'furtiva' de varias chicas para ducharse «con pestillo» y cargar el móvil. «Supuestamente es para los trabajadores, pero luego entra quien quiere», aclara una de ellas después de lavarse los dientes.

Bolsas, bañadores, toallas, chanclas, botellas y envoltorios de comida rápida comparten espacio dentro y fuera de las tiendas

A la sombra, en un banco del camping, Aimar, Ander y Unai, de Irún, se echan unas risas de lo que está siendo su primer Holika. «Hemos hecho hasta el idioma de los holikers. Por ejemplo, 'holiendo' es como comiendo y 'holikear' es hacer 'cosas', ya sabes, del Holika», bromeaban para terminar con una promesa sagrada: «Lo que se hace en el Holika se queda en el Holika». Bromas aparte, Aimar valoraba que el festival de Calahorra es «muy distinto a otros a los que hemos ido». «Lo bueno que tiene es la experiencia del camping y que tiene recintos distintos», precisaba.

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