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Jesús Vicente Aguirre, ayer en Santos Ochoa.
«Este país necesita la cura de todas  las verdades»

«Este país necesita la cura de todas las verdades»

El escritor Jesús Vicente Aguirre recopila ahora en 'Al fin de la batalla...' a 1.700 riojanos que murieron combatiendo en la Guerra Civil y presenta esta trabajo hoy en el Espacio Santos Ochoa a las 19.30 horas

Jonás Sáinz

Jueves, 4 de diciembre 2014, 16:45

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«Para poder compartir el futuro antes hay que reconocer nuestro traumático pasado en común». Jesús Vicente Aguirre (Logroño, 1948), autor de 'Aquí nunca pasó nada', acaba de publicar un nuevo libro de investigación histórica, 'Al fin de la batalla, y muerto el combatiente...' (que presenta hoy en el Espacio Santos Ochoa a las 19.30 h.), en el que recopila los nombres y circunstancias de los riojanos que murieron en combate en la Guerra Civil.

Son más de 1.700 hombres, «la mayoría movilizados a la fuerza por el ejército franquista como soldados de reemplazo, pero también voluntarios falangistas, requetés y una veintena de izquierdistas (que buscaban una salvación personal o familiar)», que murieron en la batalla de Teruel, en el frente del Ebro, en Álava, Somosierra o el Jarama... Fuera de La Rioja en todo caso, «porque en esta tierra no hubo ni frentes ni trincheras». De este modo, Aguirre cierra el círculo de un enorme y comprometido trabajo sin parangón en España sobre una sangría cainita que nunca debió ocurrir pero que, según afirma el propio autor, «no superaremos mientras no la reconozcamos».

'Al fin de la batalla, y muerto el combatiente...', cuyo título reproduce los primeros versos de un poema de César Vallejo [.], no es continuación de 'Aquí nunca pasó nada', pero no se entiende igual sin ese precedente que vio la luz en el 2007 (y tres años después, una adenda), un libro que reivindicaba con nombre y apellidos a los riojanos asesinados por la represión franquista en 1936. «Era una tarea urgente y necesaria devolver la humanidad a los 'tumbaos'», señala en el prólogo Carlos Gil Andrés. Pero «este nuevo libro quiere ir más allá -añade el historiador-: quiere hablar de todos los muertos».

ordenados en cinco listas que conforman la lista más negra de nuestra historia reciente: aquella primera lista larguísima de la represión franquista, que sobrepasa los dos millares de nombres; la lista de la represión republicana, con casi un centenar de víctimas; y ahora también la lista de los soldados que murieron vistiendo el uniforme franquista, 1.689 en diversos frentes fuera de La Rioja; la lista, muchísimo más breve, de los riojanos que cayeron dentro de las filas republicanas, apenas veinticinco; y una quinta lista, la de los muertos que no aparecen en ninguna otra, que no encajan bien debajo de ninguna sigla.

Vida y muerte en el frente

El libro ofrece la crónica, mes a mes, de los tres años de contienda bélica tal y como fueron apareciendo en la prensa y las publicaciones oficiales, su principal fuente de información. Y da a conocer, pueblo a pueblo -prácticamente toda La Rioja-, cientos de historias de combatientes que murieron en el frente. «En sus relatos orales aparecen el frío y el calor abrasador, el barro y la nieve, el hambre, las enfermedades y la tortura de los piojos. Cómo era la vida y la muerte en los frentes de batalla; cuáles eran los sentimientos, las necesidades, las privaciones y también las alegrías de los soldados; qué distancia tan corta separaba el valor del miedo, la exaltación ideológica del simple deseo de sobrevivir».

Más allá de esas historias, la obra en su conjunto representa un valiente análisis de la época y reflexiona sobre la guerra, la muerte, la violencia, la memoria, el pasado y el futuro. Pero su autor no duda en señalar el golpe de Estado del 36 y los cuarenta años de dictadura franquista como causas de aquel desastre que España no ha terminado de superar.

Aguirre, que reclama «una base de datos nacional de víctimas tanto en el frente como en las dos retaguardias», así como «dar justicia y reparación a quien no la tuvo», espera que 'Al fin de la batalla...' contribuya a la reconciliación definitiva mediante su aportación al mejor conocimiento de aquel pasado. «Mientras no condenemos el franquismo de forma expresa -advierte-, no podremos decir que reconocemos un pasado común. Este país necesita la cura de la verdad, de todas las verdades».

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