Los regantes lamentan que la presa del Yalde sea la «oveja negra» de los embalses

Durante años el embalse funcionó sin problemas y llegó a alcanzar cuotas cercanas al 100% de capacidad, un total de 3,62 hectómetros cúbicos (más de tres mil millones de litros). Aquella bonanza permitía abastecer de agua de boca a varias localidades de la comarca, y respaldaba la irrigación de los campos sin ningún tipo de restricción ni cortapisa. A su amparo, los labradores que impulsaron la obra vivieron una época muy buena.

No obstante, en estos dos últimos años, la reserva de agua afronta tiempos difíciles y, por ende, todos los que dependen de ella. La falta de copiosas nevadas es la principal causa de esta coyuntura. «Esta presa tiene un evidente problema de captación, depende de un acuífero subterráneo que se está secando, y no es capaz de retener fiablemente el agua de las precipitaciones», explica Juan Miguel Planchuelo, presidente de la comunidad de regantes del Yalde. «La única solución para que el pantano mantenga un nivel alto es que cada invierno caigan 30 centímetros de nieve en las montañas de alrededor», añade.

Como en las dos últimas anualidades ha nevado entre poco y nada, la reserva apenas llega ahora al 45% de su nivel, según los agricultores. Todo ello a las puertas de la estación más seca del año. «Aquí han caído 120 litros de lluvia por metro cuadrado en los últimos meses, pero no hay manera de que se llene, como continuemos un par de años sin nevadas fuertes, no sabemos qué va a pasar con nosotros», apostilla Planchuelo. Cabe recordar que la presa también suministra agua de boca a numerosos municipios de la comarca. De hecho, ante la sequía en Alesanco y Azofra, la Consejería de Agricultura ha decidido acoplar dichos pueblos a esta red de distribución.

«No decimos que el agua de boca no deba ser prioritaria, pero seguir enganchando más y más gente a un embalse ya de por sí en crisis, es como montar a ocho personas en un 600», describe Miguel Ángel Pérez, portavoz de los agricultores de Arenzana de Arriba. Él es uno de los más de 300 componentes de la comunidad de regantes del Yalde, que cada año pagan de su bolsillo los derechos sobre el agua y las cuotas de mantenimiento, entre otros gastos. «Tenemos una concesión para disponer de 600 mil metros cúbicos al año, sin embargo, en este 2024 ya nos hemos reunido varias veces con la consejera y, de momento, no nos ha dejado regar e incluso dice que igual no lo podemos hacer en todo el verano», asegura Pérez.

La preocupación se extiende por más agricultores de la zona. Ignacio García, de Huércanos, también muestra su inquietud por este asunto. «Nosotros solo necesitamos darle un par de riegos a la viña y el cereal, no son cultivos de uso intensivo de agua; si no nos dejan ni eso estamos acabados», sostiene García. Asimismo, este pochanquero pone el foco en otro problema. «El pantano mantiene por ley un caudal ecológico, para que haya peces, beban los animales... Pero, como el terreno es tan pedregoso, el agua se filtra por el subsuelo, así que estamos perdiendo miles de litros cada día para absolutamente nada», aclara.

Tras darle muchas vueltas, los agricultores del Yalde tienen una única solución en mente, que han trasladado a la consejería: el trasvase. «Viendo que Mansilla está a rebosar y el río Najerilla baja fuerte, lo lógico sería mover el agua de un pantano a otro para garantizar el equilibrio; no puede ser que el Yalde sea la oveja negra de los embalses riojanos», concluye Juan Miguel Planchuelo, presidente de la comunidad de regantes. Un deseo unánime que se extiende por el campo.