«Siempre me he considerado tapicero, pero ser funcionario era solucionar la vida»

– ¿Se jubila con pena o alegría?

– Con alegría, ahora voy a intentar disfrutar y a ejercer de abuelo. Me jubilo ahora porque, como suben las pensiones y tengo penalización, por poder adquisitivo. Si no, tendría que jubilarme en abril del año que viene. Ahora me dedicaré a la vida contemplativa: huertas, paseos y viajes.

– ¿Cómo pasó de ser tapicero a funcionario municipal?

– Me quedé en el paro, salió la plaza de agente, me preparé y oposité. Siempre me he considerado tapicero, pero ser funcionario era solucionar la vida.

– ¿Y prefiere ser agente de Policía o alguacil?

– La época del principio fue bonita, ir al colegio, porque los críos siempre han sido muy agradecidos. Cantidad de gente se acuerda de mí, porque les daba caramelos o les dejaba tocar el claxon cuando eran niños. La primera entrevista que me hicieron fue de Sergio, el actual jefe de la Policía Local, cuando aún era escolar. Es más gratificante ser agente, sobre todo por los niños. De alguacil estás a lo que te manden, de recados todo el día. Si me cambié fue por comodidad.

– ¿Le sorprendió el homenaje que recibió?

– Me gustó porque fue inesperado y de toda la Corporación. Yo siempre voy a los plenos porque era delegado sindical (ya he dimitido) y así me enteraba de las cosas.

– Habrá visto cambiar Lardero en estos 30 años, ¿no?

– Cuando yo entré, el 1 de mayo de 1993, Villa Patro se estaba construyendo. Lardero ahora es diferente, hay mucha gente, antes era más un pueblo.

– Y alguna anécdota...

– Varias, como encontrarnos a una mujer muerta en las escaleras o colaborar con la Guardia Civil para localizar y detener a personas.