El 'botafumeiro' riojano
Navarrete vuela su incensario en homenaje a los peregrinos
Cada 25 de julio la catedral de Santiago de Compostela hace volar el 'botafumeiro', un incensario de 53 kilos que cuelga de la cúpula central del templo y que mueven ocho 'tiraboleiros'. El vuelo de este incensario, que dicen puede alcanzar los 68 Kms/h en su movimiento pendular, impregna la catedral de incienso en un ya célebre homenaje al peregrino.
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El Códice Calixtino del siglo XIV ya recoge una referencia al 'botafumeiro'. El acervo popular señala que, en origen, el incensario servía para apaciguar el mal olor que desprendían los peregrinos que llegaban a Santiago sudorosos y desaseados tras cientos de kilómetros de caminata. Sea por higiene o por homenaje, el botafumeiro tiene una versión riojana.
Desde el año pasado la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción de Navarrete vuela un incensario más pequeño, de 20 kilos. «Fueron unos jóvenes de la cofradía de la Veracruz quienes propusieron hacer en Navarrete algo parecido al 'botafumeiro', aunque a menor escala, aprovechando que estamos en pleno Camino de Santiago», recuerda Armando Lasanta, párroco de la localidad. «No hubo que hacer ningún tipo de obra, aprovechamos los agujeros de las propias bóvedas. Fue más complejo conseguir que se balancease bien, que las cuerdas tuvieran tensión, pero se logró, aunque no asciende tan alto como el de Santiago porque es mucho menos pasado», describe el sacerdote.
«No asciende tan alto como el de Santiago porque es mucho menos pesado»
El incensario lo construyó un artesano con unas piezas que había en la propia iglesia. Ayer, con motivo del día del Apóstol Santiago, el templo de Navarrete acogió una «santa misa de la solemnidad» con «bendición de peregrinos» y «veneración de la reliquia del Apóstol». Primero se rezó un rosario y después de la liturgia se voló el incensario en su primer aniversario, algo que de nuevo resultó espectacular. También hubo una ofrenda por parte de los peregrinos, siempre numerosos durante estas fechas y a quienes después se les ofreció un vino en el albergue. Además, participaron los gaiteros de Navarrete con la gaita de bota.
«Lo ponemos como unas diez veces al año, aunque acude más gente en las fiestas populares, como hoy [por ayer] y en San Roque, que son los días de más afluencia, coincidiendo también con el verano» explica Armando Lasanta. Tres personas lo mueven, pero otras colaboran colocando el incienso y otra toca el órgano de la iglesia «para darle más solemnidad».
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