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El departamento de diseño de Callaghan está en plena ebullición. Terminan de imaginar la temporada verano 2024. En una de las mesas, rodeado de lápices, ... plantillas, muestras de colores y tejidos y ante su ordenador, el joven logroñés con familia en Arnedo Diego Antón es uno más. Pero su presencia es fuente de motivación para todos.
Diego sufre de glaucoma, enfermedad que le ha causado la pérdida de gran parte de su visión. Sólo puede enfocar a muy corta distancia. Tiene que acercarse hasta casi tocar la plantilla sobre la que trabaja, hasta rozar la pantalla o utilizar lupas que le aproximen al trabajo. «Por mis condiciones, siempre he tenido que afrontar dificultades. Pero he tenido herramientas y métodos para poder luchar contra ellas», cuenta el joven.
Con fuerza de voluntad, Diego lucha por su pasión. «Desde pequeño la moda me ha entusiasmado. Y, debido a mis condiciones, le he visto siempre la parte más física, la del tacto, la de los materiales», apunta. Con ese deseo, tras estudiar el grado medio de Actividades Comerciales, encontró en el grado superior de Diseño y Producción de Calzado y Complementos del IES Virgen de Vico la respuesta a su pasión.
Es la primera vez que el instituto tiene a un alumno con tales limitaciones visuales. Para hacerlo posible, cuenta con la colaboración de la Fundación ONCE: adaptó un programa de ordenador con un zoom, incorporó iluminación a su mesa de trabajo, etc. «Ha habido tareas que no ha podido hacer, pero en el resto ha sido uno más. Y ha contado con unos compañeros que le han acogido con los brazos abiertos, dándole mucho apoyo», describe el director del departamento de Calzado, Miguel Ángel Cordón.
Ahora, Diego está inmerso en su proyecto final y en las prácticas. Como un símbolo de lucha, ha denominado a su colección 'Glaucoma'. «Es lo que me ha perseguido siempre. A través de la colección quiero invitar a que la gente vea el calzado no como algo tan visual sino dando más presencia al tacto», invita. Para hacerla realidad, aprende junto al equipo de Callaghan. «Más allá de adaptarle un poco la zona de trabajo y los métodos de enseñanza, le ayudamos igual que al resto», expone Ramón Ibáñez, su tutor de prácticas. Con esa normalidad, Diego piensa en el futuro. «Me gustaría mucho ser diseñador de calzado», sonríe.
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