Anticipando la calidad

La cantidad de datos es corta para esas fechas. Los hemos dispuesto en cronología y los correspondientes a málico, potasio y color tienen trayectoria horizontal. Por lo tanto, no nos valen. Pero hay dos parámetros que en la última semana de agosto tienen, además, incidencia vertical: los datos de grado y peso de 100 bayas. Y además, con trayectoria muy diferente aunque con el mismo sentido.

Las cosechas que no llegarán a excelente suben grados en curva pegada, en principio, al eje vertical. Mientras, las que van a ser excelentes lo hacen en flecha, alejándose de los ejes. Pero, en cuanto al peso de 100 bayas, ocurre lo mismo entre los precursores de la excelencia y los que no. Estos indicios nos pueden llevar a beneficio económicamente, por anticipación comercial, y los ofrecemos al sector para conocer su alcance en diversas áreas de la Denominación. Pero también consideramos que, estudiando a fondo el terreno, podremos afinar mejor estas anticipaciones del conocimiento de la excelencia. Sin embargo, la versión de muchas anotaciones nos vuelve a poner frente a algo que ya expresamos antaño: la calidad del vino es cuestión de la añada. Viendo que las grandes añadas lo son para muchos cultivos, simultáneamente, consideramos que la añada puede ser variación climática o cósmica, pero actúa a través del suelo.

No lo es a través del follaje. Esto nos complica, pues las hojas son más fáciles de observar que los suelos. Las riñas de nuestro entorno, son el libro más abierto y más sabio. Y, por ahora, pensamos que el «astro» actúa en la calidad de nuestra uva, frenando su aumento de peso en septiembre.