Las bomberas imbatibles que comen 2,5 kilos de maleza al día
Los ganaderos inciden en la importancia del sector para ayudar con sus animales a «desbrozar» los montes y con ello reducir el preocupante material combustible
El Gobierno de La Rioja ha cifrado en 123,9 hectáreas la superficie afectada por los incendios forestales en este año, de las que 107,3 se han quemado solo en agosto. Una situación, sin duda, preocupante y que no se circunscribe únicamente a la comunidad, sino que en lo que va de año, en toda la geografía española, han ardido más de 410.000 hectáreas, más del 85% en los últimos treinta días, según datos del Sistema de Información de Incendios Forestales Europeos.
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En La Rioja una primavera muy lluviosa y un verano, sobre todo el pasado mes, muy caluroso con temperaturas que de manera continuada han sido anormalmente elevadas están detrás de una de las causas de que en los montes haya habido un exceso de vegetación, que ha prendido de manera rápida. No ha sido la única razón. La pérdida de protagonismo del sector primario es otra.
Cada vez hay menos cabras y ovejas en el monte. «Vengo de familia de pastores y ganaderos. Cuando empecé en el sector ovino había más de 250.000 ovejas, hoy quedarán apenas cincuenta o sesenta mil», señala Miguel Ángel Fernández, ganadero en Galilea, que recuerda que «una oveja come al día 2,5 kilos de materia seca. Antes había más animales en el campo; pastaban más».
Él, como otros ganaderos, se muestra crítico por las normativas que protegen el paisaje «desde el despacho», pero «no nos tienen en cuenta; ni siquiera se preocupan de que el monte esté bien». Y sin esa reducción de material combustible que podría acometerse gracias a la labor del sector primario, la primera línea de defensa frente a los incendios se diluye. «Para mantener los montes hace falta ganadería y para una buena gestión hay que estar en el campo y pisar el barro, la nieve... Nosotros estamos los 365 días del año», apostilla.
«Poca cosa podemos hacer los ganaderos, porque la administración nos tiene con las manos atadas», lamenta José María Soba, de Torrecilla en Cameros. Se refiere, por ejemplo, a los desbroces, que cree insuficientes. «Cuando vienen para desbrozar el terreno, primero realizan los proyectos para ver dónde los van a realizar y presentarlos ante la administración. En muchos casos no se pueden acometer porque tiene mucha piedra, es muy pendiente, porque es defensa de la caza... Al final, donde deberían hacerse las cosas, no te dejan».
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María José González, ganadera en Laguna de Cameros –tiene vacas y yeguas–, señala que en su municipio es donde menos se desbroza. «Tenemos muy poco pastizal, porque hace treinta años las fincas particulares pasaron a ser monte de utilidad pública». Por ello, es la Administración, en concreto Medio Ambiente, la encargada de desbrozar. «Llevamos años pidiendo que se desbroce y vamos a cuentagotas».
Y advierte de que lo que ha ocurrido en León, Zamora, Orense y también en La Rioja este mes de agosto «es un aviso. Espero que aquí tomen medidas, que se hayan tomado estos incendios como un aviso urgente y que, como dice el refrán, 'cuando veas las barbas de tu vecino pelar, pon las tuyas a remojar'». Porque, además, a los pueblos de la sierra, «¿con qué maquinaria vas en caso de apuro? Las pistas forestales están intransitables».
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«¿Queremos la agenda 2030 o la agenda negra? Porque vamos hacia esta última», apunta Miguel Ángel Fernández, que insiste en la necesidad de contar con buenas propuestas para mantener todo; no solo el paisaje, también a los ganaderos y agricultores.
«Todo son buenas palabras, pero aquí no se hace nada»
José María Soba reconoce que ha asistido a varias reuniones con el Gobierno y sindicatos para abordar esta problemática «y todo han sido buenas palabras, que lo van a mirar, que esto se va a hacer, pero van pasando los años y aquí no se hace nada». En cambio, el peligro es mayor porque los cortafuegos que en su día se hicieron «han criado mucha hierba y matorral que es igual que la pólvora».«La masa forestal cada vez es más grande y luego eso es un combustible; no hay animales, no hay cabras como antaño. La ganadería extensiva tiene los días contados», añade María José González, que incide en que los animales «son los que mejor desbrozan». Sin embargo, las normativas y políticas europeas que se están aplicando en España está abocando a muchos ganaderos «a abandonar. Se están mermando las hectáreas pastables. ¿Qué van a hacer, ¿pasar la aguja sin hilo? Pues venden ese ganado pero, en consecuencia, esos animales tampoco pastarán ni limpiarán», manifiesta María José González.
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