La dificultad para poder competir con el cereal que llega de los países del Este

Precios bajos, cosechas limitadas y cereal que llega a España procedente de países del Este. Esa es la tormenta perfecta para entender la situación actual que atraviesa el sector. Los puertos «están llenos de trigo procedentes de Ucrania y Rusia», coinciden Óscar Salazar (UAGR) y Luis Fernando San Martín y José Luis Maeztu (ambos de ARAG-Asaja).

Si bien reconocen estar a favor de ayudar a países en situación vulnerable, recuerdan que ese trigo que viene de fuera no es como el nacional. «Los de aquí también lo estamos pasando mal», alega San Martín.

«España es deficitaria en cereales, pero lo que no puede ser es que si necesitamos un número determinado de toneladas al año, entren tres veces más», añade Salazar. «El cereal que tenemos en España no se está pudiendo vender. Hay gente que está pidiendo créditos para poder aguantar», alerta el presidente de UAGR.

Para Salazar debería ser clave el papel que jueguen las políticas agrarias. «Es de ellas de donde tienen que salir esos acuerdos en los que aparte de la calidad y de cumplir con las exigencias que nos obligan a los cultivadores nacionales y europeos también midan los contingentes»; es decir, que entre la cantidad necesaria y no más.

Maeztu, por su parte, se muestra sorprendido por esos precios tan bajos del grano que llega a España desde otros países. «No sé cómo es posible. Y eso que somos baratos». Y lanza la siguiente reflexión: «Será más fácil coger lo que tienes al lado de casa que traerlo de más lejos, ¿no?».

Los tres han optado por guardar la calculadora en el cajón, porque «las cuentas no salen», admite San Martín.

Salazar insta a que en una comunidad pequeña, como es La Rioja, aunque con un PIB en esta área «por encima del doble de la media nacional», el Gobierno regional debería «crear unas mesas de trabajo de verdad, y trabajar de verdad», además de «aportar lo que pueda para que muchos agricultores puedan seguir con la explotación». Y esas aportaciones que se hagan mientras «se reorienten las políticas agrarias» y haya una reforma «en profundidad de la PAC» –aunque es consciente de que no puede llegar hasta después de las elecciones al Parlamento Europeo que se celebrarán en junio–.

Maeztu, respecto a la PAC, subraya que en muchos casos «se obliga a sembrar productos que quizá no sean los adecuados en una determinada zona» y que les supone todavía más dinero.

«La PAC implica mucha burocracia, nos ponen muchas pegas. Todo son trabas. Te obligan a cumplir cosas difíciles de materializar y con cada incumplimiento, medioambiental o de cualquier otra índole, te van reduciendo las ayudas y entonces tampoco salen las cuentas», apostilla San Martín.