«Si no me hubiera llegado el riñón, ahora estaría criando malvas»
Durante años vivió un 'fortuito idilio' con la máquina de hemodiálisis a la que permanecía enganchado cuatro horas y media lunes, miércoles y viernes
C.N.
Jueves, 12 de marzo 2015, 18:23
José Iturriaga tiene ahora 59 años, apariencia de hombre bonachón y curtido en una enfermedad que le ha marcado la vida. Sabe de creatinina, de grupos sanguíneos, de presión... de todos los parámetros que rodean a una patología que le diagnosticaron cuando tenía 40 años. Lo recuerda perfectamente. «Era el 26 de septiembre de 1996, el último día de San Mateo». Cuando fue a donar sangre, como hacía habitualmente -de hecho cuenta que le entregaron una placa conmemorativa de sus 40 donaciones-, le tomaron la tensión. El aparato arrojó un vertiginoso 14-21 que le llevó a las pocas horas al antiguo hospital San Millán.
En el centro hospitalario estuvo un mes. «Todo octubre», recuerda. Nada más darle el alta comenzó un tratamiento para intentar ralentizar la evolución de una enfermedad que conoce al dedillo. Pero en el 2005 su creatinina, que mide el nivel del producto de desecho en su sangre y orina, se disparó. Estaba en 7,8. Se notaba extremadamente cansado. Aquello marcó el inicio de un nuevo periplo. Comenzó su 'fortuito idilio' con la máquina de hemodiálisis que duró años. Cuatro años y medio de ellos compatibilizando diálisis con trabajo. Cumplía su jornada de ocho horas por la mañana en Riofarco, la empresa en la cotizó durante 40 años, y por las tardes, «lunes, miércoles y viernes», recuerda, se enganchaba a la máquina. Primero durante cuatro horas a las que los últimos años sumó otra media hora.
«Me sentía atado a la máquina», describe Iturriaga. Una vida de rutina marcial. El 5 de abril del 2012 todo cambió. Eran las cinco o seis de la mañana, no recuerda bien, de Jueves Santo. Su teléfono móvil sonaba, descolgó y al otro lado, la voz del doctor Gil Catalinas le decía que había un riñón compatible. Debía acudir al hospital San Pedro a someterse al esperado trasplante. Recuerda cada segundo de aquel día. Los nervios, el hambre que pasó hasta que a las 19 horas entró en quirófano. El reloj marcando la hora fue de las últimas cosas que vio y también de las primeras cuando a medianoche despertó con un riñón nuevo en su organismo. Confiesa que ha hecho sus pesquisas a pequeña escala y ha logrado saber que su donante era una mujer de 44 años que falleció en un accidente de tráfico en La Rioja. «Si no me hubiera llegado el riñón, ahora estaría criando malvas», comenta, al tiempo que narra que tenía un plan 'b'. Llegado el caso, su mujer Carmen ya tenía previsto donarle un riñón.
Su vida ha cambiado. Ya puede hacer planes de más de tres días. Continúa teniendo problemas, «muchos pero pequeños, te encuentras cansado y la sombra siempre está ahí». Toma 19 pastillas al día, ahora además tiene diabetes, cada tres meses tiene revisión en nefrología y citas periódicas con su dietista.