Geometría y pasión

Es un movimiento matemático cuya esencia tiene también algo de telúrico. Las manos de Lola Barosain trazan en el aire sus creaciones y luego los alfileres las materializan: el resultado se llama almazuela, un delicado encaje de tejidos que aúna magia y precisión. Geometría y pasión: una obra de arte.

Un arte distinto, radicalmente diferente, tal vez porque emana de la misma tierra, de la madre naturaleza, cuyos frutos se ven reflejados en estas creaciones que Lola exhibe en su casa de Sorzano, El Molino. Mitad refugio, mitad atalaya, El Molino de Sorzano también reúne una apreciable dosis de magia: el otoño imanta de amarillos y cobres el bosque cercano, los colores rebotan contra el añil y el cobalto de las fachadas y entre la hojarasca se escucha el rumor de pasos de la dueña de este fortín, derrochando hospitalidad y té negro. Un cuento de hadas.

Dentro, al amor de la chimenea, la charla transcurre entre saltos temporales y espaciales, siguiendo el itinerario físico y espiritual de la anfitriona: de Pamplona a París, pasando por Logroño, Trevijano, Lomos de Orios Un viaje emocional, pespunteado por el orden cerebral pero también onírico que transmiten las almazuelas, testigos mudos de la charla.

¿Mudos? No tanto. Su voz también se deja escuchar entre susurros, mientras reclaman el protagonismo que les corresponde: cuelgan de las paredes, se acomodan entre el mobiliario, se emboscan en los rincones y acaban ocupando el espacio entero. Una sobredosis de misteriosa belleza. Una presencia vívida que nace del mestizaje eterno entre forma y color, la noción misma de movimiento.

Puro caleidoscopio: parece que fue un sueño.