Un Logroño por descubrir que hay que saber buscar

Destinos dentro del país, más cercanos y por menos tiempo que el acostumbrado... Así dicen que será el turismo que viene, los viajes poscoronavirus de los que las ciudades de interior, caso de Logroño, quieren ser no solo selectos escenarios sino también principales protagonistas. La capital de La Rioja atesora todo un patrimonio por descubrir que hay que saber buscar. Y quizás en los meses venideros, tal vez este mismo verano, sea el momento propicio para ello.

En Logroño hay muchísimo que disfrutar más allá de lo que uno podría pensar para atraer al visitante y la ciudad bañada por el Ebro cuenta con atractivos de sobra que solo hay que dar a conocer. Algunos siempre han estado ahí, pero ocultos, pasando prácticamente desapercibidos incluso para los propios logroñeses. «A cada lado que miro veo una posible ruta turística», sentencia al respecto Federico Soldevilla desde la asociación Amigos de La Rioja. Se está a tiempo y, de hecho, hay experiencias al respecto...

La capital riojana tiene mucho que mostrar a pie de calle... y hasta debajo del adoquinado de la misma. Hablar de Logroño es hacerlo de vino y, con él, de bodegas y calados. El grupo Criteria dispone de dos en pleno Casco Antiguo, uno de ellos, del siglo XVI, 'publicitado' como la bodega más antigua de la ciudad, en Ruavieja. Y el otro, complementario –con el concepto de sociedad gastronómica por bandera–, ubicado en la Mayor (Marqués de San Nicolás).

Alrededor de los mismos vertebra su actividad 'Logroño subterráneo', que marida la historia con el enoturismo y la gastronomía. «La ciudad de Logroño alberga miles de secretos en su superficie, pero también bajo su suelo. Si desde el puente de Piedra al cubo del Revellín siguiendo el Camino de Santiago ya hay todo un mundo por descubrir, en la parte de abajo todo es desconocido...», explica Carlos Martínez Armas, gerente de www.calado.es, quien no para de darle vueltas a la cabeza para idear nuevos productos «que den valor añadido a Logroño y superemos la barrera de las dos noches de estancia media».

Si hay una calle por 'destapar' esa es Ruavieja y, afortunadamente, desde hace algún tiempo puede conocerse otro de sus 'tesoros': la ermita de San Gregorio, esa ermita 'chiquitita, chiquitita' a la que cantó Pepe Blanco, que vuelve a reencontrarse con la ciudad y sus ciudadanos –reconstruida prácticamente en el mismo lugar en el que estuvo la anterior–.

La Cofradía de San Gregorio recibía el pasado septiembre las llaves de la misma por parte del Ayuntamiento para que la abra y la enseñe al público, lo que hasta entonces no era posible –en el interior, conserva un lienzo del propio santo, procedente de la ermita original (obra barroca de mediados del siglo XVII)–.

Durante la visita, para lugareños y viajeros, la Cofradía explica cómo era la vida del obispo de Ostia que llegó a La Rioja la primera mitad del siglo XI, enviado por el papa Benedicto IX, y que se acabó convirtiendo en el «sanador de los campos» que en aquellos momentos estaban asolados de plagas.

Logroño se presta a las rutas, guiadas y temáticas, pues tiene motivos de interés más que suficientes para un discurso turístico que logre atraer la atención de públicos mayoritarios y no tanto. Desde la Inquisición a Sagasta pasando por Espartero o por Carlos V. La guía oficial de La Rioja especializada en rutas históricas, Pilar Lumbreras, al frente de 'Hola Rioja', lleva años ofreciendo algunas de ellas. En ocasiones, de hecho, de la mano de las administraciones públicas.

'Tras las huellas de la Inquisición' es, sin lugar a dudas, la más exitosa. A través de un recorrido por la ciudad «nos adentramos en el mundo de la brujería y la superstición, conocemos la verdad sobre el proceso de las brujas de Zugarramurdi, el mayor proceso de brujería a nivel mundial, juzgado y sentenciado en el Auto de Fe en nuestra ciudad en el 1610...», se lee en su web.

El 'pero' vendría en que, lamentablemente, se han perdido muchos de estos espacios, dice Lumbreras. Así, en el lugar donde se levantó el Palacio del Tribunal de la Santa Inquisición (en la calle Norte junto al convento de Valbuena), no se conserva ningún resto. Y en que otros de los lugares que hay son visitables pero con reservas, como la Casa de Mateo de Nuevas (Barriocepo), vivienda de la familia del secretario de honor de la Inquisición, donde sí se conservan restos, entre otros los de un escudo que decora la clave de la bóveda pero que, en la actualidad, está cedido a la fundación Dialnet.

Logroño tiene un pasado, todo un patrimonio arqueológico que da cuenta de una historia digna de ser contada... a la espera de ser contada. Lejos quedan los tiempos de las grandes excavaciones: Varea en los 80, Cantabria en los 90 o Valbuena y todo su entorno ya en el 2000, pero nunca es tarde si la dicha es buena.

De momento, la capital de La Rioja ha puesto en marcha la restauración del puente Mantible para salvarlo antes del próximo otoño. Y, así, el Ayuntamiento ha aprobado el proyecto para consolidar la ruina de la parte riojana, aunque lo deseable sería la existencia de un plan integral con Álava para recuperar el mismo al completo y poder explotarlo debidamente.

Por otro lado, en cuanto al yacimiento del convento de Valbuena, la crisis sanitaria por la pandemia impedirá abrirlo al público este verano, tal y como estaba previsto, pero en ello se está. Y en lo referente al monte Cantabria, ya se trabaja en la segunda fase. Ahora incluso se vuelve a hablar de los restos romanos de Varea, y este mismo año se usará el georradar en las fincas municipales de la zona para planear el futuro.